Teorías de Freud: del psicoanálisis y de la personalidad

Psicoanálisis, inconsciente,  ello, yo, súper yo, son algunos términos que se derivan de las Teorías de Freud, considerado el padre de la psicología. Sus investigaciones siguen siendo el centro de debates en la actualidad, principalmente en lo que concierne a la personalidad. Sigue leyendo y conoce más de Sigmund Freud y sus estudios.

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Índice de Contenido

Sigmund Freud: Breve biografía

Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis y la psicología como se conoce hoy en día, nació en Freiberg, Moravia, el 6 de mayo de 1856. Hijo de un comerciante de lanas en su segunda esposa, 21 años menor de él, y el mayor de seis hermanos. A muy temprana edad se trasladó, junto con su familia, a Viena, ciudad donde vivió gran parte de su vida.

Pese a su origen judío, le joven recibió una educación alejada de cualquier viso de religiosidad o nacionalismo. A los 17 años ingresó a la Universidad de Viena, centro donde cursó estudios de medicina. Con la profundización  del antisemitismo en Austria y sus países vecinos, decidió cambiar su nombre de Sigismund Scholmo a Sigmund, nombre con el que sería conocido de allí en más.

En la escuela de medicina, Freud se dedicó a la investigación, bajo la tutela de su profesor de fisiología, Ernst Brücke. Para ese entonces, el profesor universitario apoyaba algunas teorías radicales, que con el tiempo fueron conocidas como “reduccionismo”: “no existen otras fuerzas que las comunes físico-químicas para explicar el funcionamiento del organismo”. Bajo esta influencia, Freud dedicó años de su vida a “reducir la personalidad a la neurología”, pero abandonó estas intenciones más tarde.

Sus primeros estudios estuvieron orientados hacia el campo de la neurología, decantándose luego por la psicología. En París realizó estudios sobre “las aplicaciones de la hipnosis en el tratamiento de la histeria” con el neurólogo e investigador francés Jean-Martin Charcot.

Tras regresar a Viena se dedicó al desarrollo del método catártico, que sustituyó luego por la interpretación de los sueños y la asociación libre. Sus investigaciones dieron paso al desarrollo de nuevos postulados etiológicos sobre la neurosis que, a su vez, representaron el origen del psicoanálisis, teoría a la que dedicó su vida.

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Estudios y aportes

La figura de Sigmund Freud sigue suscitando opiniones encontradas: hay quienes lo catalogan como uno de los más grandes científicos del siglo XX cuyos aportes se centraron en el funcionamiento de la psiquis humana. Otros lo consideran como un filósofo que presentó una nueva visión de la naturaleza humana, derribando ciertos tabúes, pero que a la larga no pasan por el crisol de la ciencia.

En el año 1880 Freud conoció a quien sería su maestro y consejero, Josef Breuer. Al año siguiente se graduó de médico. Luego, entre 1883 y 1885 laboró en el Hospital General de Viena. Como investigador, fue uno de los primeros que propuso el uso de la cocaína en el campo de la medicina. En 1884 salió a la luz su trabajo Über Coca, que se traduce “Sobre la coca”, seguido por otros artículos sobre la misma temática.

Ya en el 1886 el médico abrió su primera clínica privada para la atención de trastornos nerviosos. También en ese año contrajo matrimonio con Martha Bernays. Fue en este tiempo cuando migró del método catártico, utilizado por su mentor Breuer en Anna O. (Bertha Pappenheim), hacia las técnicas de asociación libre. Estas consistían en estimular al paciente para que verbalizara sus pensamientos, indistintamente su origen, para sanar la histeria.

En 1899 publicó una de sus más importantes obras, La interpretación de los sueños, con la que se sentaron las primeras bases para una nueva disciplina dedicada al estudio de la mente humana: el psicoanálisis. Ante el rechazo que recibieron sus teorías dentro del gremio especialista, Freud se aisló, aunque sin para en sus indagaciones.

Poco a poco se formó un grupo de estudiosos de sus postulados que sirvieron de semilla para el psicoanálisis y, aunque las ideas de Freud seguían encontrando resistencia en algunos sectores, eran cada vez más los estudiosos que se interesaban en sus propuestas. En 1902 recibió su primer reconocimiento como “padre del psicoanálisis” al recibir el nombramiento del rey como Profesor extraordinario.

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Últimos años

En octubre de 1911, un grupo de seguidores de Freud se dieron de baja de la Asociación Psicoanalítica Vienesa, objetando abiertamente las ideas investigador. Más dramática fue la disensión manifiesta de Carl Gustav Jung, en 1914, que llevó a Freud a acabar, de forma epistolar, la amistad de años que le unía con el psicólogo y psiquiatra suizo.

Posiblemente como consecuencia de su afición de fumar puros, en 1923 le fue diagnosticado un cáncer de paladar, enfermedad que le llevó al quirófano más de 30 veces, sin que por ello dejara de fumar. Freud sufrió mucho a causa de tan terrible enfermedad. Usó prótesis de paladar durante años, lo que afectaba su forma de hablar, y quedó sordo del oído derecho. A pesar de esto, Freud continuó con su trabajo.

Cuando Austria es anexada a la Alemania nazi, en 1938, Freud es señalado como enemigo del Tercer Reich. Sus obras fueron incineradas en público y tanto él como su familia fueron perseguidos. Al conocer del inminente peligro que corría, decidió abandonar Viena y huir para Londres, Inglaterra. Cuatro de sus hermanas, que permanecieron en Viena, fueron hechas presas y asesinadas en los campos de concentración.

El 23 de septiembre de 1939, incapaz de soportar los dolores que le causaban su enfermedad, pidió a su médico personal, Max Schur, le aplicara sedación terminal, por lo que falleció tras recibir tres inyecciones de morfina. Su cuerpo fue cremado y sus cenizas reposan junto a las de su esposa Martha en el crematorio laico de Golders Green.

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Las teorías para el análisis de la personalidad humana son muchas, las cuales tienen sus bases en el psicoanálisis y los estudios de la conducta humana realizados por Sigmund Freud. En su etapa de estudiante universitario se dedicó a la investigación, principalmente en el área de la neurofisiología. Brücke, su mentor, le ayudó a conseguir una beca, primero en París, con Charcot, y luego en Nancy con su futuro adversario, Bernheim. Ambos investigaban sobre la aplicación de la hipnosis en pacientes histéricos.

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Los trabajos de investigación realizados por Freud le dieron fama dentro del mundo de la medicina, encontrando seguidores y detractores. Allí se sembró la raíz del movimiento psicoanalítico. Por su personalidad, el médico tendía a rechazar a quienes contravenían sus teorías, quienes se separaron de él, no siempre en forma amistosa, y fundaron nuevas escuelas de pensamiento.

El primer psicoanálisis de Freud: Anna O

En el año 1880 Sigmund Freud conoce a Anna O, la que pudiese considerarse como su “paciente 0”.  Su caso le permitió al médico sentar las bases de la psicoterapia y dar los primeros pasos para el estudio de la mente. Un caso muy particular que, aún hoy, sigue generando debates entre la comunidad de psicólogos.

Anna O era el apodo de Bertha Pappenheim, paciente del doctor Josef Breuer, cuyo diagnóstico era “histeria”. Su caso superó tanto a Breuer que solicitó el apoyo de Freud. La joven de 21 años comenzó a presentar alteraciones de su conducta luego de que asumiera el cuidado de su padre enfermo. Era tan extraño el comportamiento de la mujer, que algunos se atrevieron a comentar que estaba endemoniada.

Desde que comenzó a atender a su padre, Anna comenzó a presentar una tos tan rara como recurrente, sin que tuviera alguna explicación física. Con el tiempo, comenzó a presentar complicaciones del habla hasta quedar muda. Sólo se comunicaba por medio de algunas frases en inglés, que no en alemán, siendo éste último su idioma natal.

Al fallecer su padre, Anna comenzó a desarrollar nuevos síntomas: rechazaba la comida, pérdida de la sensibilidad en pies y manos, temblores involuntarios y parálisis en ciertas partes del cuerpo. También sufría de visión de túnel y de alucinaciones visuales. Muchos médicos evaluaron a Anna sin encontrar un origen físico para sus padecimientos.

Otros elementos del caso

La situación fue empeorando hasta que Anna comenzó a sufrir de fantasías infantiloides, alteraciones extremas en su humor e, incluso, varios intentos de suicidio. Breuer asumió su caso para el estudio y le diagnosticó histeria, puesto que la paciente “presentaba síntomas que parecían físicos pero no lo eran”.

Por las noches, Anna entraba en estados a los que Breuer denominó de “hipnosis espontánea”, pero ella les llamaba nubes. Anna era una mujer de excelente formación intelectual por lo que se permitía colocarle nombres precisos e incluso técnicos, a sus estados.

Breuer observó que, luego de estos trances, Anna tenía la capacidad de “hablar de sus fantasías diurnas y de otras experiencias, sintiéndose mejor posteriormente”. Estas etapas fueron llamadas por Anna “la cura por la palabra” y “limpieza de chimenea”. En no pocas ocasiones, en medio de la “limpieza de chimenea”, Anna brindaba datos que permitían a los estudiosos comprender, en cierto grado, parte de su sintomatología.

Un elemento de interés surgió cuando en uno de sus episodios de trance, luego de negarse a tomar agua por días, Anna hablaba de su recuerdo cuando vio a una mujer mientras bebía agua de un vaso que había sido lamido por un perro momentos antes. Al recordar la escena sentía asco pero, casi inmediatamente, se bebía toda el agua. De allí se infiere que su hidrofobia desaparecía cuando expresaba lo que sentía al respecto. Breuer llamó esta acción “catarsis”, proveniente del griego “limpieza”.

El curioso caso de Anna O

Muchos han sido los estudios realizados en torno a las teorías de Freud y, el caso de Anna O. no escapa de los ulteriores análisis hechos tanto a los médicos como a la paciente y al caso en general. En su libro “Una exploración sobre los escritos de Sigmund Freud”, el psiquiatra británico Jean-Michel Quidonoz, expone lo siguiente:

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  • “La verdad es que el caso de Anna O en sí mismo no podía ser más interesante desde un punto de vista clínico. La joven sufría episodios de ceguera, sordera, parálisis parcial estrabismo ocular y, lo más llamativo, había instantes en que perdía la capacidad del habla o, incluso, se comunicaba con idiomas que no dominaba, como el inglés o el francés.
  • Freud y Breuer intuían que aquello iba más allá del clásico histerismo. Hubo un punto en que Bertha Pappenheim dejó de ingerir líquidos. La gravedad de su estado era tal que el padre del psicoanálisis recurrió a la hipnosis para evocar de pronto un recuerdo: la dama de compañía de Bertha le había dado de beber del mismo vaso que a su perro. Tras desbloquear ese recuerdo inconsciente, la joven pudo volver a beber líquidos.

Tras estas experiencias y su respectiva documentación, las sesiones con Anna O continuaron con los mismos procedimientos, a fin de hacer conscientes los traumas pasados. Fue tal el impacto del caso de Anna O, que le sirvió a Freud para dar a conocer su nueva teoría sobre la psique humana.

¿Cómo se curó Anna O?

Once años después, Breuer y Freud escribieron el libro «Estudios sobre la histeria», en el que expusieron su teoría sobre la histeria: “Toda histeria es el resultado de una experiencia traumática que no puede aceptarse en los valores y comprensión del mundo de una persona. Las emociones asociadas al trauma no se expresan de manera directa, simplemente se evaporan: se expresan a través de la conducta de forma vaga, imprecisa”.

La teoría plantea que todos los síntomas tienen un significado. Una vez que el paciente comprende el porqué de su sintomatología, por medio de diferentes métodos, se da inicio al proceso de liberar las emociones hasta llegar al punto de no necesitar de la histeria para expresar sus traumas. Lo relacionaron con “drenar una infección local”.

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Anna O alcanzó gran mejoría gracias a las terapias con Breuer y Freud. Pero, cabe destacar que esto no podía ser posible sin la presencia de Beuer, pues en sus estados de hipnosis, Anna requería tener la mano del médico entre las suyas lo que, a la larga, ocasionó algunos problemas.

La controversia en el caso de Anna O

Según lo que Freud informó, Breuer aceptó que la paciente Bertha Pappenheim estaba enamorada de él y que, además, él sentía gran atracción por ella. A esto se suma que Anna comenzó a decir en todas partes que estaba esperando un hijo de su médico. Al parecer, ella deseaba tanto que eso ocurriera que desarrolló un embarazo psicológico o embarazo histérico. Breuer, quien estaba casado para entonces, al verse señalado de tal forma, renunció intempestivamente a las terapias y se alejó del estudio de la histeria.

Al tiempo, Freud continuó con los estudios iniciados por Breuer y aseveró lo que su maestro se negó a reconocer públicamente: “en el fondo de todas estas neurosis histéricas yacía un deseo sexual”. Anna, por su parte, estuvo un tiempo en un sanatorio. Luego, utilizando su nombre real, se convirtió en la primera mujer asistente social de Alemania, dedicando parte de su vida a la lucha por los derechos de las mujeres. Falleció en 1936.

Teoría de Sigmund Freud: el psicoanálisis

Las teorías de Freud, desarrolladas durante más de seis décadas han tenido gran repercusión en el mundo de la psicología. Entre ellas se pueden mencionar su teoría sobre la pulsión y en día son de uso frecuente, como el inconsciente, tienen su origen en los primeros estudios y descubrimientos de éste médico.

Los postulados de Sigmund Freud también dejaron una impronta considerable en el abordaje y tratamiento de las patologías psicológicas, pues permitieron vincular la enfermedad mental con el entorno y la historia del paciente. Esta posición contrasta con la teoría de que el origen único de las enfermedades psicológicas radica en alteraciones cognitivas y/o biológicas que presenta el individuo.

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Gracias a sus teorías, Freud es hoy por hoy el padre del Psicoanálisis, rama de la psicología que se emplea para el tratamiento de ciertas patologías. La práctica se centra en el dialogo paciente-psicoanalista, a fin de verbalizar los síntomas. Su trabajo fue de tal envergadura que “generó cambios sustanciales en la conceptualización de la subjetividad”.

Sin embargo, estas teorías no están a salvo de polémicas. De acuerdo con la Revista de Psicología General, Review of General Psychology, Sigmund Freud fue el tercer autor con mayor cantidad de citas y referencias durante el siglo XX. Filósofos de la talla de Karl Popper han calificado el Psicoanálisis como una “pseudociencia”.

Otros, como Erick Kandel, aseguran que el “Psicoanálisis representa el punto de vista más coherente e intelectualmente satisfactorio sobre la mente”. Ciertamente, no le pertenece a Freud la creación del “concepto de mente versus mente inconsciente”, pero gracias a él estos términos se hicieron populares.

Teoría psicoanalítica de Sigmund Freud

A modo de concepto, la mente viene siendo “todo aquello de lo que nos damos cuenta en un momento particular: las percepciones presentes, memorias, pensamientos, fantasías y sentimientos”. De acuerdo con Freud, el preconsciente es todo lo que el ser humano puede recordar, recuerdos que no están a la mano siempre pero pueden traerse a la memoria. Hoy se le llama “memoria disponible”. “nadie tiene problemas con estas dos capas de la mente”, aunque Freud reseñó que estas apenas son una mínima parte de la mente.

El inconsciente

De esta división de la mente, según Freud, el inconsciente es la parte que ocupa mayor espacio e incluye “todas aquellas cosas que no son accesibles a nuestra consciencia, incluyendo muchas que se habían originado allí”. Aquí se encuentran los instintos, los impulsos y aquellas emociones que suelen estar asociadas con traumas.

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El investigador aseguraba que el inconsciente es el germen de toda motivación humana, que van desde deseos básicos de sexo o alimentos, pasando por la inspiración de los artistas o la motivación de los científicos, hasta llegar a las compulsiones nerviosas. Asimismo, las personas presentan cierta tendencia a negarse ante estas motivaciones, dentro de su  percepción consciente, por lo que solo pueden ser observadas de forma velada.

En su grandemente conocida Metáfora del Iceberg, Freud ubica al preconsciente como “el paso intermedio entre la mente consciente y el inconsciente”. De acuerdo con su postulado, el preconsciente permitía mayor acceso y resguardaba información realmente importante con respecto de la identidad del individuo.

El ello, el yo y el superyo

De acuerdo con la teoría de la personalidad freudiana, el mundo está lleno de objetos; entre ellos uno muy especial: el cuerpo. Su particularidad radica en que trabaja para su supervivencia y reproducción, guiándose por sus necesidades básicas como sed, hambre, sexo y evasión del dolor.

Ciertamente, Freud no fue el primero en hablar del inconsciente, mucho menos en descubrirlo. Lo que si debe reconocérsele es el hecho de haber sido quien relacionó este concepto con el “sistema constitutivo del ser humano”. Tal fue su dedicación al estudio de este tema que llegó a aseverar que “la mayoría de nuestros procesos psíquicos son en sí mismos inconscientes”. Puede decirse, entonces, que las respuestas conscientes son actos aislados que subyacen bajo el iceberg.

En la actualidad, el tema del inconsciente es, si se quiere, algo normal en la vida humana. Tantos y tan variados han sido los estudios que el doctor Howard Shevrin, del Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Michigan, escribió en su artículo Frontiers in Human Neurosciencie que “los conflictos inconscientes son el origen de muchos de nuestros de nuestros trastornos psicológicos y enfermedades”.

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Entre los años 1920 y 1923, Freud profundizó en su teoría sobre la mente e introdujo lo que con el tiempo se llamó “modelo estructural de las instancias psíquicas”, dentro de las que incluyó las entidades clásicas: el yo, el ello y el súper yo. A continuación, se exponen las bases que sustentan la Teoría de la Personalidad de Freud.

El Ello

El sistema nervioso es una de las partes más importantes del cuerpo humano, el cual es muy sensible ante las necesidades físicas. Al nacer, este sistema es similar al de cualquier “animal o cosa”. Es el ello, que “traduce las necesidades del cuerpo a fuerzas motivacionales llamadas pulsiones”. Freud también las mencionó como deseos. Este paso de la necesidad al deseo es lo que Freud llamó proceso primario.

La función primordial del Ello es conservar el “principio de placer”, que no es más que la búsqueda de la satisfacción inmediata de las necesidades. Un ejemplo común de ello es un bebé hambriento que comienza con una rabieta. En su limitada comprensión de la cosas, él no sabe lo que quiere, pero “sabe que lo quiere ahora mismo”. Según la teoría freudiana, el bebé es Ello puro, o casi puro, y el Ello es la “representación psíquica de lo biológico”.

Puede decirse, entonces, que el Ello es la parte de la psique del ser humano ubicada en la superficie, la cual aparece al nacer y rige el cuerpo durante la primera infancia. Se rige por el instinto o por las “pulsaciones más primitivas” de la esencia humana, que deben ser controladas a diario. El Ello busca obtener placer de forma inmediata.

La función primordial del Ello es conservar el “principio de placer”, que no es más que la búsqueda de la satisfacción inmediata de las necesidades. Un ejemplo común de ello es un bebé hambriento que comienza con una rabieta. En su limitada comprensión de la cosas, él no sabe lo que quiere, pero “sabe que lo quiere ahora mismo”. Según la teoría freudiana, el bebé es Ello puro, o casi puro, y el Ello es la “representación psíquica de lo biológico”.

El Yo

Dentro de la mente existe una pequeña Menos mal que existe una pequeña fracción que se enlaza con la realidad por medio de los sentidos. Es la que permite que esa “cosa” que nace solo con instintos básicos como Ello, va evolucionando hacia el Yo en los primeros años de vida.

El Yo utiliza la realidad para, por medio de la consciencia, garantizar la satisfacción de las necesidades creadas por el Ello como representación de las necesidades físicas. Esta labor lleva por nombre “proceso secundario”. A diferencia del Ello, el Yo trabaja en función del “principio de la realidad”, que establece que las necesidades deben ser satisfechas “tan pronto haya un objeto disponible”. Simboliza, por decirlo de alguna manera, la razón y la realidad.

El desarrollo del Yo trae consigo la aparición de una nueva necesidad: “la de controlar a cada instante el Ello”. Esto debe hacerlo de una manera socialmente aceptable. Para evitar que esta conducta no sea en extremo desinhibida, el individuo debe emplear lo que Freud llamó “mecanismos de defensa”.

El Superyo

Aunque el Yo siempre encuentra la forma de satisfacer las necesidades del Ello y, por consiguiente, del cuerpo, suele encontrarse con inconvenientes en el mundo exterior. Asimismo, también puede conseguir objetos que le permiten alcanzar sus objetivos.

Con cada experiencia, el Yo va guardando toda esa información, principalmente las que tienen que ver con castigos y gratificaciones que provienen de los padres. Este “registro de cosas” para conseguir y para evitar se transformará en el “Superyo”. Esta fase se completa hasta los siete años de edad y, en algunos individuos, no se consolida jamás.

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Hay dos facetas del Superyo que son muy importantes: la “consciencia”, que se sustenta en la interiorización de las advertencias y los castigos. La otra faceta se identifica como “Ideal del Yo”, que se produce gracias a los estímulos positivos brindados al niño, como las recompensas. Tanto la consciencia como el Ideal del Yo se relacionan con el Yo por medio de sentimientos como la culpa, la vergüenza y el orgullo.

El Superyo tiene su origen en el proceso de socialización humana, la educación y presión familiar, y las normas que rigen la sociedad, a través de ciertas guías de comportamiento. Esta entidad tiene como tarea “velar por el cumplimiento de las reglas morales”. Pero esta tarea no es fácil, puesto que debe confrontar al Ello que rechaza toda moral y atender al Yo que solo busca el equilibrio.

En este caso, el Superyo representa a la sociedad y ésta poco satisface las necesidades del individuo. Bien lo decía Freud: “El Superyo se enfrenta a ambos (al Ello y al Yo), y nos hace sentir culpables cuando por ejemplo, deseamos algo que no podemos alcanzar o realizar porque las normas sociales nos lo impiden».

Pulsiones de vida y pulsión de muerte

Las teorías de Freud sostienen que el comportamiento de los seres humanos  es manejado por las “pulsiones”, las cuales se definen como las “representaciones neurológicas de las necesidades físicas”. En un principio las llamó “pulsiones de vida y  reproducen los siguiente:

  • La vida del sujeto, que lo lleva a buscar agua y comida.
  • La vida de la especie, moviéndolo hacia la búsqueda de sexo. Lo que motiva a estas “pulsaciones de vida” se llama “oomph” y estimula el psiquismo. Freud les puso por nombre “líbido”, tomando como base el latín que traduce “yo deseo”.

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Los estudios realizados por Freud le llevaron a plantearse el “sexo como una necesidad”, incluso de mayor importancia con respecto de otras dentro de la psiquis. Asevera que el hombre es una criatura social y que el sexo es una de las “mayores necesidades sociales”. Cabe acotar que cuando Fred se refería al sexo no será solamente al coito, pues él tomaba en cuenta la libido como pulsión sexual.

Años más tarde, Freud consideró que las pulsiones de vida no abarcaban todo lo concerniente a la psiquis. A su juicio, la libido es “una cosa viviente; el principio de placer nos mantiene  en constante movimiento”. Y el fin de todo esto es la satisfacción, no sentir más necesidades, estar en paz.

En ese sentido, se puede concluir que “la meta de la vida, bajo este supuesto, es la muerte”. Freud comenzó a tomar en cuenta que, muy cerca de las pulsiones de vida, existía una “pulsión de muerte”. A partir de entonces, comenzó a defender su teoría de que toda persona “tiene una necesidad inconsciente de morir”.

Rechazo y aceptación

Aunque al principio parece una propuesta complicada que, por supuesto, generó mucho rechazo, para algunos Freud no deja de tener razón: “la vida puede ser un proceso bastante doloroso y agotador. Para la gran mayoría de las personas existe más dolor que placer, algo, por cierto, que nos cuesta trabajo admitir. La muerte promete la liberación del conflicto”.

Freud le asignó a esto el nombre “principio de Nirvana”, partiendo de la idea budista que acostumbra traducirlo como “cielo”, aunque tenga otra significación. En el caso de estudio hace referencia a la no-existencia, lo cual es uno de los objetivos que persigue la filosofía del budismo.

La prueba de la presencia de la pulsión de muerte y su principio de nirvana se encuentra en el natural deseo de los seres humanos de alcanzar la paz, sea cual fuere la vía. Puede usar narcóticos, alcohol, evadirse de la realidad leyendo un libro o viendo alguna película o, también, la búsqueda constante de descanso. En ocasiones más extremas, esta pulsión se muestra en formas como el suicidio y, en otros casos, en prácticas como la agresión, la destrucción, la crueldad y el asesinato.

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Teoría de la personalidad y la ansiedad

El Yo se encuentra en medio de dos fuerzas: el Superyo, que representa a la sociedad, y el Ello, que representa la biología, los instintos básicos. Cuando estas dos fuerzas entran en conflicto con el Yo, se hace comprensible que la persona se sienta amenazada. Esta sensación fue identificada por Freud como ansiedad, que es una señal del Yo como mecanismo de supervivencia. Cuando esta situación afecta a todo el cuerpo, se considera que éste se encuentra en peligro.

Freud se refirió a “tres tipos de ansiedades”: la primera, “ansiedad de realidad”, es lo que se conoce comúnmente como miedo. La segunda, “ansiedad moral”, es cuando la sensación se origina en el “mundo social interiorizado del Superyo” y se puede traducir como vergüenza o culpa. La tercera, “ansiedad neurótica”, es el temor de sentirse acosado por los “impulsos del Ello”, se asemeja a la sensación de perder el control. “Neurótico” es su traducción literal y fue la que más despertó interés en Freud.

Mecanismos de defensa según Freud

En medio del Superyo y del Ello, el Yo trata de atender los requerimientos de la realidad lo mejor posible. Pero, llega un punto en que la ansiedad sobrepasa los límites, por lo que el Yo busca mecanismos para defenderse. Para lograrlo, bloquea o distorsiona los impulsos de manera inconsciente hasta sentir que la amenaza disminuye. Estas prácticas son llamadas “mecanismos defensivos yoicos”. Tanto Freud, como su hija Anna y otros tantos estudiosos, han cualificado algunos, a saber:

Negación

Tiene que ver con el “bloqueo de los eventos externos de la consciencia”. De esta manera, si una situación es muy traumática, la persona puede negarse a enfrentarla. Este mecanismo de defensa es bastante primitivo, aunque también peligroso, pues ningún individuo puede enajenarse por completo de la realidad por mucho tiempo. Este mecanismo puede funcionar tanto solo como con otras defensas.

Ejemplo de esto se observa en los niños que evitan enfrentarse a situaciones para las que no están preparados, como algún evento desagradable. También en personas que pierden el conocimiento al presenciar una autopsia, por temor a la muerte. O, incluso, estudiantes que olvidan buscar sus notas cuando saben que aplazaron. Esto y más, se considera negación.

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Represión

Consiste en manifestar imposibilidad de recordar algún hecho o persona estresante. Anna Freud lo llamó “olvido motivado” y, al igual que la negación, también resulta peligrosa para el individuo. Suele estar acompañada por otras manifestaciones.

Un ejemplo de ello puede ser el temor a las arañas manifestado por algunas personas y los sueños recurrentes con estos animales. La interpretación freudiana se orienta a la comprensión del sueño que, posiblemente traduzca la represión de un hecho traumático. Cuando la persona ve las arañas en realidad, surge la ansiedad ante el posible evento, pero no trae consigo el recuerdo de lo acontecido.

Otro ejemplo es el que presentó Anna Freud con respecto de la joven que, atormentada por la culpa que le ocasionaban sus deseos sexuales exacerbados, suele olvidar el nombre de su novio, aún cuando se lo presenta a sus amigos. O el alcohólico, que “olvida” su intento de suicidio y dice que se “bloqueó”. O alguien que siente terror ante los mares y lagos, pero no puede recordar que casi se ahoga cuando era niño. Es importante destacar que, para que sea considerado un verdadero mecanismo de defensa, debe expresarse de manera inconsciente.

Ascetismo

Este mecanismo de defensa lleva a la persona a renunciar a la satisfacción de sus necesidades. Por un tiempo estuvo relegada, pero emergió de nuevo ante las situaciones que se presentaron en los últimos años con respecto al trastorno, identificado como anorexia, que manifiestan algunos jóvenes.

Los adolescentes, cuando se enfrentan a la pubertad y sus cambios, pueden buscar mecanismos para defenderse de la amenaza de sus deseos sexuales que se manifiestan abiertamente. Pero esto puede trascender a todos los deseos físicos. Así, deciden optar por una vida en la que renuncian a todo lo que pueda resultarles interesante, como si fueran monjes que practican el ascetismo.

Aislamiento

Este mecanismo de defensa, que también se identifica como intelectualización, consiste en aislar las emociones de un hecho amenazante. La persona puede identificar, aunque de manera muy delicada, que fue víctima de abuso cuando niña, o puede manifestar una curiosidad “objetiva” con respecto de su recién descubierta orientación sexual. En este ejemplo se nota que, algo importante es minimizado hasta casi desaparecerlo.

Existen personas que se muestran muy calmadas ante situaciones difíciles y, luego de superarlas, se desmoronan emocionalmente. Como cuando una persona debe realizar todos los trámites para el sepelio de algún ser querido, o cuando un médico debe atender a sus pacientes. A juicio de los expertos, la muestra más clara del aislamiento es una sala de cine repleta de personas desternillándose de la risa mientras observan cómo descuartizan a un ser humano en la pantalla.

Desplazamiento

Es la desviación de un impulso, redirigiéndolo hacia un nuevo blanco. Si el impulso es aceptado por una persona, pero a quien se lo dirige tiene actitud amenazante, inconscientemente lo redirecciona hacia otra persona u objeto. Tal es el caso del hombre que odia a su madre pero, como debe reprimir ese sentimiento, lo desvía hacia otro objetivo y termina odiando a todas las mujeres.

Autoagresión

Agresión contra sí mismo (self, en inglés). Aquí la persona se transforma en el blanco sustitutivo y se manifiesta en expresiones como la agresión, la rabia y la irritabilidad, pero no en impulsos positivos.  Se concibe como “la explicación freudiana para muchos de nuestros sentimientos de inferioridad, culpa y depresión”.  En tal sentido, los freudianos sostienen que, en muchos casos, la depresión es la consecuencia de la rabia que siente una persona hacia otra o hacia un objeto, pero que ésta no quiere reconocer.

Proyección

Al contrario de la autoagresión, ésta se trata del desplazamiento hacia el exterior. Es la propensión que tiene una persona a ver en los demás los deseos que permanecen en ella pero que no le pertenecen. Cuando una persona comenta sobre cómo se incrementa la agresividad dentro de la sociedad o cómo las personas están cada vez más pervertidas, es un indicio de acumulación de impulsos agresivos que no acepta en ella y por eso los proyecta hacia el exterior.

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Tal es el caso del marido fiel que de repente se siente atraído por la guapa vecina. En lugar de reconocer lo que siente, se transforma en un esposo celoso que acusa a su mujer de serle infiel. O cuando una mujer siente deseos sexuales hacia otras féminas y, en vez de reconocer que es algo normal, comienza a inquietarse por el alto índice de lesbianismo en su comunidad.

Rendición

Es un tipo de proyección en el que la persona pretende satisfacer sus necesidades propias utilizando a otros. Al principio parece todo lo contrario y suele llamarse también “Rendición altruista”. Ejemplo de ello lo evidencian aquellas personas que, en lugar de buscar una relación de pareja propia, se empeñan en “emparejar” a sus amigos. El extremo de este mecanismo son las personas que renuncian completamente a su vida para dedicarse a los demás, como es el caso de quienes se someten a una religión o a algunos grupos ideológicos.

Reacción o creencia en lo opuesto

Anna Freud lo denominó “creencia en lo opuesto” y se trata de cambiar un impulso que se considera inaceptable por uno que represente lo contrario. Así, un pequeño que es maltratado por alguno de sus padres puede manifestarle mucho cariño. O, también, una persona que no acepta sus impulsos homosexuales y siente rechazo hacia esta comunidad.

Anulación Retroactiva

Se trata de aquellos comportamientos que buscan suprimir sentimientos o pensamientos que brindan placer, después que estos pasan. Así puede ocurrir con un pequeño que recita el abecedario al revés cada vez que tenía un pensamiento erótico o que escupe cuando algún amiguito le confiesa que se masturba. En las personas “normales”, esta anulación retroactiva suele ser más consciente y se manifiesta en la presentación de excusas o en prácticas de actos expiatorios.

Sin embargo, en algunas personas estos actos de expiación no son del todo conscientes. Como ocurre con el padre alcohólico que luego de pasar un año maltratando  a sus hijos, en Navidad les obsequia los mejores regalos. Al ver que sus hijos siguen rechazándolo, vuelve al bar y comienza a hablar de lo malagradecida que es su familia, por lo que retoma la bebida.

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Introyección

En algunos casos se le llama identificación. Contempla la asimilación de características de otra persona como si fueran propias ya que, de esta manera, se solucionan algunos conflictos emocionales. Por ejemplo, si un niño está frecuentemente solo, tiene a asumir ciertos comportamientos de “papa” para así disminuir sus temores. O los adolescentes que idolatran a algunos artistas y desean ser como ellos, es búsqueda de una identidad.

Un tipo de introyección es el que se llama “Identificación con el Agresor”, en la cual se adoptan los rasgos negativos de la otra persona para suprimir el miedo. Un ejemplo emblemático de este mecanismo es el Síndrome de Estocolmo. Luego de una situación de rehenes en Estocolmo, los especialistas se sorprendieron al observar que las rehenes no solo estaban molestas con sus secuestradores sino que también se mostraban simpáticas con éstos.

Regresión

Se trata de volver en el tiempo psicológico cuando la persona confronta una situación estresante. Cuando se siente temor o se enfrentan problemas, los humanos tienden a asumir comportamientos infantiles e, incluso, primitivos.

Un niño puede comenzar a chuparse el dedo luego de haber estado un tiempo en el hospital, o un adolescente puede tener episodios de risas descontroladas si se encuentra en una situación incómoda con alguna chica. Según la teoría freudiana, cuando una persona se enfrenta a una situación de estrés, busca refugiarse en un tiempo de su vida donde se sentía a salvo y protegido.

Racionalización

Con este mecanismo se busca alterar los hechos hasta “hacerlos menos amenazantes”. Es frecuente su uso y prueba de ello son las personas que presentan miles de excusas para justificar ciertos comportamientos. Hay personas que se acostumbran tanto a las excusas, que no se dan cuenta de ello, lo que puede explicarse como que “se cree sus propias mentiras”. Esto ocurre cuando se está en presencia de un Yo sensible.

Si se analizan como un todo, las defensas son “una combinación de negación o represión con varias clases de racionalizaciones”. Viéndolo así, todos los mecanismos de defensa son mentiras, aunque la persona no esté consciente de ello. Aun así, Freud creyó que las defensas podrían llegar a ser necesarias en momentos determinados. No puede esperarse que una persona, desde niño, pueda enfrentarse a la vida sin algún mecanismo de protección.

TEORÍAS DE FREUD

Sublimación

Este mecanismo de defensa consiste en el cambio de un impulso negativo  o inadmisible, que puede ser miedo, rabia o sexo, entre otros, por una práctica más aceptable para la sociedad que puede llegar a ser productiva.  Así, una persona con impulsos agresivos puede desarrollarse en prácticas deportivas como fútbol, o puede ser carnicero.

Otra con grandes impulsos sexuales podría convertirse en fotógrafo o novelista. Para Freud “toda actividad positiva es una sublimación, sobre todo de pulsión sexual”. Este es el único mecanismo de defensa que Freud consideraba como positivo.

El desarrollo psicosexual según Freud

De acuerdo con Freud, “la pulsión sexual es la fuerza motivacional más importante”. Consideraba que esta fuerza era determinante en los adultos, niños e, incluso, los infantes. Cuando el médico dio a conocer sus concepciones sobre sexualidad infantil, el público de Viena no estaba preparado para ello y encontró fuerte rechazo.

Ciertamente, “la capacidad orgásmica” es inherente al ser humano desde el nacimiento, pero Freud no se refiere de manera exclusiva al orgasmo. La sexualidad no es únicamente el coito, sino todos los estímulos que brinden placer. Es bien sabido que todas las personas, por más recatadas que sean, disfrutan de experiencias táctiles como caricias y besos, entre otras.

Las etapas según Freud

Durante su tiempo de estudio, Freud evidenció que, en diferentes etapas de la vida, distintas zonas de la piel brindan mayores sensaciones placenteras. Tiempo después, estas partes del cuerpo fueron llamadas “zonas erógenas”. Observó que los bebés sentían gran placer al chupar y, a medida que crece, la sensación de placer migra hacia otras partes del cuerpo, como el ano en la práctica de retener y expulsar.

Después, siente satisfacción al explorar sus genitales y ya, en la madurez sexual, siente placer durante las relaciones sexuales. Tomando en cuenta estas observaciones, presentó su teoría de “los estadios psicosexuales”.

  • La etapa oral: desde que el niño nace hasta los 18 meses, aproximadamente. En esta etapa el centro del placer estaba en la boca. Las acciones más satisfactorias para el bebé son morder y chupar.
  • La etapa anal: a partir de los 18 meses y hasta los 3-4 años de edad. El placer se ubica en el ano, con el control de esfínteres. El pequeño goza de la acción de retener y expulsar.

TEORÍAS DE FREUD

  • La etapa fálica: desde los tres o cuatro años hasta los cinco, seis o siete, los pequeños encuentran placer en sus genitales. Es común la masturbación en esta etapa.
  • La etapa de latencia: puede darse a partir de los cinco, seis o siete años hasta la pubertad, aproximadamente a los 12 años. En esta etapa Freud presumió que la pulsión sexual se supeditaba en función del aprendizaje. Estudios más recientes indican que, aunque los niños están “sexualmente calmados” en este período, un cuarto de ellos si practica la masturbación. Vale la acotación de que en los tiempos de Freud la sociedad era más represiva y, por consiguiente, los chicos eran tanto más tranquilos.
  • La etapa genital: se revela en la pubertad y se traduce en el despertar de la pulsión sexual durante la adolescencia que ya, en esta etapa, se consuma en las relaciones sexuales. Para ese entonces, Freud indicaba que tanto el sexo oral, como la homosexualidad y la masturbación son “comportamientos inmaduros”. Esta concepción ha variado con el paso de los años.

Estas etapas o estadios psicosexuales, representan una consistente teoría de períodos, la cual es seguida, al pie de la letra, por los freudianos. Esto no solo se da en cuanto al contenido, sino también a las que edades en las que se encuentran circunscritas.

El complejo de Edipo

Cada uno de los estadios contempla un cúmulo de acciones complicadas propias, de las cuales pueden surgir un sinnúmero de problemas. De esta manera, para la fase oral, el problema es el destete; para la anal, el manejo en el control de esfínteres; para la fálica, “la crisis edípica”, cuyo nombre se debe a la historia de Edipo Rey, que relata cómo éste asesinó a su padre y contrajo matrimonio con su madre.

En esta teoría, Freud plantea que “el primer objeto de amor de todos nosotros es nuestra madre”. Partiendo de esta premisa, se infiere que el hijo quiere su atención, cuidado y afecto. Es más, la madre es deseada por el hijo de una “manera ampliamente sexual”. Sin embargo, el pequeño encuentra un obstáculo entre él y su objeto de deseo: su padre, a quien ve como rival, siendo que éste es más grande, más listo, más fuerte y es quien se va a la cama con la mamá, mientras que él duerme solo en su cuarto. “Ve al padre como el enemigo”.

Cuando el niño comprende esta “relación arquetípica”, también se ha dado cuenta de las diferencias que existen con las niñas, más allá de la forma de vestirse y el cabello largo. Desde su inocente percepción, la diferencia radica en que el “tiene pene y la chica no”. En este período considera que es mejor tener un pene y, por esta razón, se siente satisfecho.

Pero, también en esta etapa se pregunta “¿Y dónde está el pene de la niña? Pensará que lo perdió o que tal vez se lo “cortaron”. Llega a pensar que también a él le pueden cortar el pene y comienza a sentir la “ansiedad de castración”, que no es más que el miedo a perder el pene.

Asimismo, el pequeño reconoce el predominio de su padre y comienzan a aplicar algunas “defensas yoicas”. De esta manera desvía sus impulsos sexuales, de su madre hacia otras chicas. Se identifica con el “agresor” que, en este caso es su papá y busca parecerse a él hasta hacerse hombre. Luego de la etapa de latencia, alcanza la madurez sexual.

La envidia al pene y el complejo de Electra

Por su parte, la niña también comienza su vida sintiendo un profundo amor hacia su madre. Por esta razón, debe redireccionar sus afectos hacia el papá previo al inicio del proceso edípico. Este fenómeno recibió el nombre de “envidia al pene”.

Aquí, la niña entiende también las diferencias, pero no puede hacer nada. Ella también desearía tener un pene y todo el poder que éste representa. Con el tiempo, puede tener un “sustituto”, como un hijo. “Como todo niño sabe, se necesita de un papá y una mamá para tener un bebé, de manera que gira su atención y cariño hacia papá”, de acuerdo con la teoría freudiana.

Pero, también en este caso, papá ya tiene una relación y, por tal motivo, la niña desplaza sus emociones hacia chicos y hombres. Comienza a identificarse con mamá, la “mujer que posee al hombre que ella verdaderamente desea”. Aquí no se presenta la ansiedad de castración, puesto que la niña no padece algún tipo de angustia por la pérdida del pene.

Freud indicó que “la falta de este tremendo miedo es lo que provocaba que las mujeres fuesen menos firmes en su heterosexualidad que los hombres y un poco menos inclinadas hacia los aspectos morales en general”. Esta parte de la teoría generó muchas reacciones negativas en su contra.

Teoría de la personalidad de Sigmund Freud

Es bien sabido que las experiencias que una persona acumula a lo largo de su vida tributan para el forjamiento de su carácter. Freud sostenía que las experiencias estresantes y los traumas tienen una importante incidencia durante esta etapa.

Tal como lo asevera Freud, “cada trauma en particular podría tener su impacto específico en una persona, lo cual solo podía explorarse y comprenderse sobre una base individual. Pero, aquellos traumas asociados con los estadios de desarrollo por los que todos pasamos, tendrían mayor consistencia”.

Si un individuo demuestra algún problema con relación a las tareas que se corresponden con cada etapa, “el destete, el control de esfínteres o en la búsqueda de la identidad sexual”, podría asirse a algunos comportamientos infantiles o primitivos, práctica que llamó “fijación”. Este mecanismo genera que cada dificultad en una etapa se extienda de manera considerable en el carácter de la persona.

El desarrollo psicosexual

Si a los 18 meses de edad, por la razón que fuere, un niño ve frustrada su necesidad de succionar, en la edad adulta puede presentar una personalidad “oral-pasiva”. Este tipo de personas suelen crear dependencias hacia los demás. También acostumbran a proveerse “gratificaciones orales” como fumar, beber o comer. Pudiese estar buscando aquellos placeres que perdió durante la infancia.

Ya en la edad de la dentición, entre los cinco y los ocho meses de edad, uno de los más grandes placeres que siente el niño es morder objetos, entre ellos, el pezón de mamá. Si por alguna causa esta acción se ve interrumpida de forma brusca, puede llegar a desarrollarse una personalidad “oral-agresiva”. Estas personas mantienen ese deseo de por vida y se observan mordiendo lápices, chicles e, incluso, personas. También llegan a ser agresivos verbalmente, de acuerdo con lo que indica Freud.

En el estadio anal el placer se centra en la “funciones corporales”. Al principio, los niños pueden hacerlo en cualquier lugar y momento. Luego, se dan cuenta de que pueden controlarlo y hacerlo en horas y lugares precisos. Notan que esto es muy valorado por los padres.

En algunos casos, los padres quedan a merced de sus hijos cuando se trata del proceso de enseñanza-aprendizaje de control de esfínteres. Le suplican a los pequeños que lo hagan en el lugar correcto y celebran en demasía cuando así lo hacen. Pero cuando no, se entristecen  y alteran. En este período, el pequeño es quien tiene el control de todo, y lo sabe. Con padres así, el niño estará propenso a desarrollar una personalidad “anal-expulsiva”. De adultos suelen ser desorganizados, destructivos, crueles y propensos al vandalismo.

En casos contrarios los padres resultan ser muy estrictos y competir con sus vecinos sobre cuál de los pequeños controla primero los esfínteres. En su empeño, pueden emplear contra el niño medidas de castigo. Este niño puede llegar a sufrir estreñimiento, por su angustia de controlarse y, tenderá a una personalidad “anal-retentiva” y llegará a ser un adulto extremadamente pulcro y dictatorial, atado por todos los flancos.

Otros estudios

En la teoría de la personalidad de Freud,  se identifican también dos “personalidades fálicas, pero ninguna tiene nombre. Si un niño es frecuentemente rechazado por su madre y, además, su padre también lo amenaza, puede que llegue a tener una “pobre autovaloración” con respecto de su sexualidad. Pudiese manejar esta situación reprimiendo cualquier actividad relacionada con el sexo. Se puede transformar en un ratón de biblioteca o, por el contrario, en el macho que todas las mujeres buscan.

Si se trata de una niña que es rechazada por su progenitor y su madre, extremadamente femenina, la amenaza, se desarrollará en ella una muy baja autoestima en lo que concierne a su sexualidad. Pudiese llegar a convertirse en una mujer con mucha femineidad o un simple “jarrón de flores de adorno”.

Pero si, por el contrario, el niño es sobreprotegido por su madre y su padre es un hombre pasivo, la opinión de sí mismo que podría desarrollar sería bastante grande, lo que le ocasionaría muchísimo sufrimiento al chocar con el mundo real. Además, pudiese parecer afeminado, puesto que no hay razón alguna para querer emular a su padre.

En el caso de las niñas que no sobreprotegidas por el padre y criadas como la “princesita de papá”, mientras que la mamá es considerada como la sirvienta de la casa, la chica crecerá como una persona egocéntrica, egoísta y superficial o, por el contrario, con ademanes masculinos.

Estos caracteres fálicos llevan a una conclusión con respecto de la caracterización freudiana: “los extremos conllevan a los extremos”. Si una persona es demasiado indulgente o si, por el contrario, siempre se siente frustrada, presenta problemas. Aunque cada situación puede mostrar características particulares, pueden revertirse con facilidad.

Psicoanálisis e interpretación de los sueños

La terapia de Freud, que se conoce en el área de la psicología como psicoterapia, es la más influyente de todos los postulados freudianos. A continuación de desarrollan algunos de los elementos de mayor importancia, los cuales siguen marcando pauta en la actualidad.

  • Atmósfera relajada: El paciente debe sentirse en total libertad de expresar lo que desea. El momento de la terapia es una “situación social única” en la que el paciente no debe sentir temor de ser señalado. Según los principios de Freud, el terapeuta “prácticamente desaparece”. A este ambiente se le agregan un cómodo diván, baja iluminación, paredes que aíslan el ruido y el espacio está listo para la terapia.
  • Asociación libre: Cualquier tema puede ser comentado por el paciente durante la terapia. Según la teoría freudiana, si existe una relajación adecuada, “los conflictos inconscientes inevitablemente surgirán al exterior”. A juicio de algunos, existe cierta similitud entre la terapia y el acto de soñar. Pero, durante la terapia está presente un especialista que puede identificar algunos signos de problemas y sus posibles soluciones, elementos que normalmente el paciente no ve.
  • Resistencia: En algunos casos, puede presentarse cierto grado de resistencia en los pacientes. Una de las señales de que esto ocurre es cuando la persona busca cambiar de tema de repente o su “mente se queda en blanco”, se duerme durante la sesión o llega tarde a ésta. Este comportamiento le permite al terapeuta inferir que, por medio de las asociaciones libres, el paciente está próximo a ciertos contenidos que le resultan perturbadores o amenazantes.

  • Análisis de los sueños: Al dormir, las personas muestran menor resistencia al inconsciente y se permiten ciertas concesiones, de manera figurativa, que luego brotarán en la consciencia. Estos deseos ocultos del Ello aportan datos mayores tanto para el paciente como para el terapeuta. En muchos tipos de terapias se usa el sueño como práctica; sin embargo, la teoría freudiana se orienta hacia la búsqueda de “significados sexuales” dentro de los sueños.
  • Paráfrasis: Representa un desvío del discurso verbal desarrollado por el paciente el cual, puede suponer una “invasión directa de contenidos inconscientes o del Ello, llamado también lapsus linguae”. Freud suponía que estas “desviaciones” eras también indicios de problemas inconscientes. Otros elementos que también tomaba en cuenta eran los chistes que contaban los pacientes. Todo dato que aportaba la persona, una equivocación, una mala pronunciación, representaban hallazgos para su investigación.
  • Transferencia, catarsis e introspección: También conocida como insight por su traducción al inglés. Ocurre cuando el paciente “proyecta sentimientos sobre el terapeuta que tienen que ver más con otras personas importantes”. A juicio de Freud, esta transferencia debía ocurrir durante la terapia, pues de esta forma brotaban las emociones  que el paciente tenía reprimidas y que formaban parte del problema. Dentro de la teoría freudiana, la relación paciente-terapeuta es muy estrecha, pero está planteada de tal manera que no traspase los límites establecidos.

“La catarsis es la explosión súbita y dramática que ocurre cuando el trauma resurge”, mientras que la introspección es un estado permanente de alerta frente al origen del trauma. Uno de los puntos clave de la terapia es cuando el paciente experimenta la introspección y la catarsis: aquel trauma de la infancia que, por ser muy pequeños, no podían manejarlos, comienza a mostrarse, para así alcanzar una vida más tranquila. La teoría de Sigmund Freud busca “hacer consciente lo inconsciente”.

Variaciones de la teoría de la personalidad

A medida que  progresaba en sus investigaciones, la teoría de la personalidad de Freud sufrió algunas variaciones. Para el investigador, “La personalidad humana es producto de la lucha entre nuestros impulsos destructivos y la búsqueda de placer”. Esto ocurre dentro de un marco social regulador.

En este sentido, la personalidad humana es el producto de todos los elementos que toma para su construcción. Así, la forma en la que cada persona se enfrenta a sus problemas internos y a las exigencias del mundo exterior, es única. “La personalidad marcará así la forma en la que cada uno se desenvuelve en lo social y se enfrenta a sus conflictos: internos y externos”.

Freud concibió cinco “modelos para conceptualizar la personalidad: topográfico, dinámico, económico, genético y estructural. De esta manera, buscaba esquematizar ciertos elementos de la personalidad humana. A continuación se exponen de manera sucinta.

Modelos de la teoría de la personalidad de Sigmund Freud

Una de las principales características de la teoría de Freud sobre la personalidad es que es estructural. Aunque los modelos que elaboró no representan la verdad absoluta dentro de la psicología y del psicoanálisis, son una útil herramienta para la comprensión de la psique y del ser humano. Todos estos modelos guardan estrecha relación unos con otros.

Modelo topográfico

Para explicarla, Freud empleó la “metáfora de las partes del iceberg”; de esta forma representaba más claramente las tres regiones de la mente. En la punta del iceberg, que es la parte que puede verse de la gran masa de hielo, se encuentra la región consciente. Aquí se encuentran las percepciones, fantasías, recuerdos, pensamientos y sentimientos; en fin, todo lo que se puede percibir en un momento determinado.

La parte media del iceberg, que está sumergida pero aún es visible, representa la región del preconsciente. En ella están todos aquellos elementos que una persona puede recordar. Estos son momentos que, aunque no están en el momento presente, pueden retomarse por medio de la consciencia.

El área de mayor extensión del iceberg, que permanece totalmente oculto bajo el agua, es la región inconsciente. Aquí se alojan los pensamientos, recuerdos y sentimientos que no pueden ser alcanzados por la consciencia. Se trata de información que puede resultar desagradable, angustiante o dolorosa para la persona.

Modelo dinámico

Este es uno de los modelos más complejos presentados por Freud. “Tiene que ver con la dinámica psíquica que se produce en la mente del sujeto, entre los impulsos que buscan gratificación sin medida y los mecanismos de defensa que buscan inhibirlos”.

La finalidad de la “dinámica psíquica reguladora” es garantizar que el ser humano se adapte y se desenvuelva dentro de su entorno. En el modelo dinámico pueden identificarse mecanismos de defensa como formación reactiva, desplazamiento, represión, regresión, introspección, proyección, fijación y sublimación. Estas defensas pueden desarrollarse solas o en conjunto.

Modelo económico

Está directamente relacionado con lo que Freud llamó “«pulsión”, concibiéndose esta como la “energía” que motiva a una persona para el logro de un objetivo determinado. “La pulsión es el motor y la energía que nos mueve”. Sobre esta base, Freud sostenía que todo el comportamiento humano tenía su origen en las pulsiones de vida. Identificó, además, la pulsión de vida como “eros” y la pulsión de muerte como “tánatos”.

Cuando se habla del potencial de “autoconservación” de la persona (protegerse, establecer relaciones, crear), también se habla de pulsión de vida. Pero si se trata de acciones destructivas dentro de la persona humana, contra sí mismo, o contra otros, se refiere a la pulsión de muerte. Esta última está vinculada con el concepto budista del Nirvana, que plantea la no-existencia.

Modelo genético

En este modelo se ubican las cinco etapas del desarrollo psicosexual. Su principal característica es la búsqueda de placer por medio de las zonas erógenas ubicadas en el cuerpo y que varían de acuerdo con la edad del individuo. Freud indicó que la búsqueda del placer por las zonas erógenas no es una acción exclusiva de los adultos, sino que se inicia desde el nacimiento.

“La gratificación excesiva en estas etapas o la frustración repentina de alguna harán que se desarrollen ciertos tipos de personalidad”, aseguró Freud. Según este modelo, las etapas del desarrollo psicosexual son:

  • Etapa oral: de 0 a 18 meses, aproximadamente. La boca es el foco del placer y las acciones como chupar, morder o besar, son las más placenteras. La fijación en esta etapa conlleva al desarrollo de una personalidad oral-receptiva. En la adultez su busca alcanzar el placer por la boca, como comiendo o fumando. Cuando esta fase es cercenada, se es proclive a la personalidad oral-agresiva, cuya forma de alcanzar el placer es con la agresividad verbal y comportamientos hostiles.
  • Etapa anal: de entre los 18 meses hasta alrededor de los cuatro años de edad. El centro del placer se centra en el ano, al retener y expulsar. Si esta etapa se controla en demasía se desarrolla una personalidad mezquina o, si ocurre lo contrario, será una personalidad laxa y desordenada.
  • Etapa fálica: de cuatro a siete años de edad. Los genitales representan el foco del placer, por lo que la masturbación suele ser muy común en esta fase. Se da la identificación con los padres y se hace presente el complejo de Edipo o de Electra. Con el tiempo, resolver este conflicto permite al individuo estructurar su personalidad y aceptar las normas sociales.
  • Etapa de latencia: de siete a 12 años. Freud reseñó que, durante esta etapa, la pulsión sexual era reprimida para dar paso al proceso de aprendizaje. De esta manera la integración del niño y adolescente resultaría más fácil.
  • Etapa genital: de los doce años en adelante. Reaparece la pulsión sexual, pero esta vez se dirige a la realización del acto sexual. Es en esta fase cuando el hombre o la mujer reafirman su identidad sexual.

Modelo estructural

Con este modelo, Freud realiza una nueva separación de la mente en tres niveles, los cuales se desarrollarían durante la infancia. Asegura Freud que “Cada instancia tiene funciones diferentes que actúan en distintos niveles de la mente, pero de manera conjunta para formar así una estructura única de personalidad”.

  • El Ello: es la porción instintiva, innata y primitiva de la personalidad. Su tarea es satisfacer los impulsos en los seres humanos. Se manifiesta como las necesidades básicas, lo que Freud llamó pulsiones.
  • El Yo: se desarrolla de acuerdo con la edad. Funge como un mediador entre el Ello y el Superyo. Se expresa como la manera en la que las personas afrontan la realidad.
  • El superyó: Se traduce como la ley y las normas sociales. El ser humano amolda sus pensamientos, comportamientos y sentimientos, a los principios éticos y morales que se establecen en la sociedad donde se desenvuelve.

Tal como lo señaló Freud, estos modelos se relacionan entre sí. Su interacción determina las “características psíquicas que condicionan el modo en que cada persona actúa ante las circunstancias que se le presentan”. En este sentido, Freud sentenció: “El precio que pagamos por nuestra avanzada civilización es una pérdida de felicidad a través de la intensificación del sentimiento de culpa”.

Críticas a las teorías de Freud

La figura de Sigmund Freud y sus estudios en el campo de la psicología siguen despertando opiniones diversas: están los defensores a ultranza, pero también los acérrimos detractores. Según los más equilibrados, la postura ideal sería algún punto entre los extremos, lo que se logra con un análisis profundo, dejando de lado la subjetividad y visceralidad.

Comenzando por los aspectos negativos de la teoría freudiana puede decirse que uno de los postulados que más ruido ha creado es el Complejo de Edipo, con sus aseveraciones sobre la ansiedad de castración que siente el varón y la envidia del pene que protagoniza la hembra.  No puede negarse que existen niños que compiten con sus padres por el afecto de la madre.

No es menos cierto que si hay infantes que temen que les corten el pene y que si se ocupan por las diferencias entre los sexos. Tampoco se puede negar que hay niñas que también se preocupan y quieren tener un pene. Y todo esto puede llegar a afectar su comportamiento durante la edad adulta.

Pero, a lo largo de los años, investigadores sobre las diferentes teorías de la personalidad sostienen que “estas son aberraciones singulares, excepciones más que reglas”. Estos casos pueden encontrarse en familias disfuncionales, en las que los padres infelices utilizaban a los hijos como carne de cañón de sus ataques.

Se observan en familias donde los padres lamentan haber tenido una hija hembra en lugar de un varón, o en aquellas donde los progenitores amenazan a los chicos con cortarle el pene como castigo. Además, estas situaciones tienen a ocurrir en familias que provienen de sectores donde hay limitado acceso al tema de la sexualidad y los pequeños reciben la información “deformada” de parte de otros niños.

En el caso del Complejo de Edipo, la ansiedad de castración y la envidia del pene, si no se toma al pie de la letra puede resultar en grandes aportes para el estudio de la personalidad. En la vida humana se hace evidente el afecto que sienten los hijos hacia los padres, así como algunos momentos en los que puede surgir algún tipo de competencia. Cada vez se demuestra más que los niños desarrollan parte de su conducta sexual imitando a su progenitor del mismo sexo con respecto de su comportamiento hacia el sexo opuesto.

En una sociedad donde se evidencia la supremacía del varón, tener un pene puede ser considerado lo mejor y, perder la cualidad de “hombre” puede generar algo de temor. Si una mujer aspira alcanzar los mismos beneficios que los hombres dentro de la sociedad, resulta muy razonable. Pero Freud no planteó estos conceptos a modo de metáfora, aunque algunos seguidores lo hayan hecho así.

Críticas a teoría de la sexualidad de Freud

Una de las críticas más recurrente que recibe la teoría de Freud está orientada al señalamiento de su “énfasis en la sexualidad”. Según el investigador, todo, absolutamente todo, es el producto de la “expresión o represión de la pulsión sexual”. Las críticas surgieron al preguntarse si serían éstas las únicas fuerzas que dominaban la personalidad humana. Más tarde, Freud introdujo la pulsión de la muerte, que también se transformó en una propuesta muy impopular para la época.

Es bueno aclarar que gran parte de las acciones humanas están originadas, de una u otra forma, por el sexo. Observar nuestro entorno, sin el velo de los prejuicios, permitirá confirmar tal aseveración. Las publicidades más exitosas tienen un vínculo directo con el manejo de imágenes y contenidos sexuales; las películas y los programas televisivos relacionan sus ventas con el mayor o menor contenido de sexo que poseen.

La industria de la moda se maneja en un juego de erotismo solapado, en una faena constante de mostrar y ocultar. Y, por último, gran parte de la vida de hombres y mujeres se va en el flirteo y en procurarse encuentros íntimos y sexuales. Aun así, todavía existen dudas sobre la naturaleza sexual del ser humano.

Pero, desde la perspectiva de Freud, el énfasis en la sexualidad no se sustentaba en la gran exposición de la sexualidad dentro de la sociedad, sino en la constante evitación de la misma, hecho que se notaba principalmente en las mujeres de clase media y alta.

Épocas distintas

Debe recordarse, nuevamente, que desde Freud hasta los tiempos actuales han pasado cien años, y mucho ha ocurrido en este tiempo. A finales del siglo XIX y principios del siglo XX, era recomendación médica castigar severamente el acto de masturbarse. La palabra “pierna” era considerada sucia y la mujer que se atrevía a expresar su deseo sexual era considerada una prostituta. Era tal el recato, que la primera noche de bodas podía ocasionar desmayos en las mujeres con solo imaginarlo.

A Freud se le da el mérito de “moverse intelectualmente por encima de las actitudes sexuales de su cultura”. Figuras de renombre en el mundo de la psicología como Breuer o Charcot, lograron relacionar los problemas en la psiquis de sus pacientes con su naturaleza sexual.

El error que se le puede endilgar a Freud fue la “generalización extrema”, que no le permitió aceptar algunas excepciones de su norma. Tampoco fue flexible en cuanto a los cambios culturales, aunque llama la atención que muchos cambios culturales que se sucedieron en cuanto a la concepción de la sexualidad, fueron gracias a los estudios realizados por Freud.

Críticas a la teoría del inconsciente de Freud

Otro concepto manejado por Freud que suele ser criticado es el de inconsciente. Hoy en día ya no se discute la existencia de algo “parecido al inconsciente” que influye de manera considerable en el comportamiento humano. Pero esta concepción dista mucho de la maneja por Freud durante sus investigaciones.

Los seguidores de las teorías existencialistas, humanistas y conductistas sostienen dos elementos de importancia para su crítica sobre los estudios del inconsciente de Freud: el primero se centra en que los problemas y motivaciones que se le atribuyen al inconsciente son menos de los que aseguró Freud. El segundo es que “el inconsciente no es el gran recipiente de actividad que él describió”.

Hoy en día, los psicólogos conciben el inconsciente como todo aquello que la persona no quiere ver, tal vez porque no lo necesita o porque le genera algún conflicto. Otros estudiosos ignoran por completo el término. Por otro lado, se encuentra el trabajo del teórico de renombre como Carl Gustav Jung, quien hizo una descripción tan profunda del inconsciente, que dejó a la de Freud en pañales.

Aspectos positivos de la teoría de Freud

Pese a que en el camino han encontrado obstáculos y detractores, las teorías de Sigmund Freud trascendieron de tal manera que fueron incorporadas a nuevos estudios, algunos de estos ni siquiera le dieron el crédito. Uno de los aportes más importantes está en el hecho de que Freud dio a conocer la existencia de dos poderosas fuerzas, las cuales tienen incidencia directa sobre los seres humanos.

Además, demostró la influencia de la biología en el comportamiento humano y su impacto en la sociedad, en una época en la que se creía que las personas eran las únicas responsables de sus acciones. Desmontó el mito de que la “masculinidad y la feminidad eran roles impuestos por Dios” y demostró cómo influía la sexualidad en los patrones dinámicos familiares. Permitió la comprensión de El Ello y del Superyo, como expresiones psíquicas de lo biológico y lo social, respectivamente, las cuales acompañan la vida del ser humano de cualquier forma.

Otro elemento de relevancia es la aseveración de que “ciertos síntomas neuróticos son causados por traumas psicológicos”. Si bien es cierto que hoy en día muchos teóricos consideran que no todas las neurosis tienen explicación, o que debe controlarse el trauma para lograr la mejoría; también se tiene como cierto que un niño que sufrió rechazo y abuso, tiende a ser un adulto infeliz.

La idea de los mecanismos de defensa yoicos también es un tema digno de estudio. Aun cuando existen teóricos que se niegan a la existencia del inconsciente, no se puede ignorar la presencia de “pequeñas manipulaciones de la realidad y de recuerdos de esa realidad” con el objetivo satisfacer ciertas necesidades, especialmente cuando la pulsión es elevada.

Por último, Freud instauró un tipo de terapia. A excepción de algunas terapias orientadas al conductismo, la técnica que se sigue aplicando es “la cura por la palabra”, The talking cure por su traducción al inglés. Esta práctica aún mantiene el ambiente de relajación, tanto física como intelectual. Uno de los elementos que no debe ignorarse es el mecanismo de transferencia, en el que se establece una relación cercana entre el paciente y el terapeuta, acción que en muchos casos tributa para el logro del éxito.

Parte de los postulados de la teoría freudiana están evidentemente amarrados a la cultura y a la sociedad de los tiempos de Freud. Otras tal vez no puedan llegar a validarse. Incluso, algunas podrían estar directamente vinculadas con la personalidad del investigador. Sea como fuere, Freud realizó importantes aportes y sus teorías seguirán siendo referencia en el campo de la psicología y del psicoanálisis.

Libros de Sigmund Freud

Para quien desea entender de mejor manera las teorías de la personalidad y del inconsciente desarrolladas por Sigmund Freud, se hace casi obligatoria la revisión de sus obras y del material bibliográfico que se produjo a raíz de éstas. Para documentar sus investigaciones, Freud heredó a la ciencia un legado escrito de gran valía.

Entre los libros más importantes escritos por Sigmund Freud están La interpretación de los sueños, publicado en el año 1899. También destaca la obra Tres ensayos sobre teoría sexual, recopilación que salió a la luz en 1905. En el año 1917 publicó uno de sus libros más conocidos, Introducción al psicoanálisis. En 1923 fue el tiempo para su libro El yo y el ello y, en 1930, publicó El malestar de la cultura.

Las innovaciones de Freud

Freud dejó una impronta única en el campo de la psicología. Sus principales innovaciones estuvieron dirigidas hacia dos áreas importantísimas: la teoría de la mente y el análisis de la conducta humana, por un lado, y el desarrollo de una “técnica terapéutica” para atender a los pacientes con problemas psíquicos.

Sin lugar a dudas, una de sus principales contribuciones fue la de tratar de darle estatus científico al concepto de inconsciente. Este no es original de Freud, pues este lo tomó de los teóricos Eduard von Hartmann, Nietzsche y Schopenhauer.

Partiendo de esto, revolucionó el mundo científico con sus conceptos de “inconsciente”, “deseo consciente” y “represión”. Se plantea la existencia de una mente estructurada en “capas o niveles”, que se encuentra sometida por una voluntad primitiva y que se expresa por medio de “producciones” como lapsus, chistes o sueños, entre otros.

En su libro La interpretación de los sueños, Freud profundiza sobre el “nuevo modelo del inconsciente” y propone una técnica para entrar en este, tomando como punto de partida sus experiencias anteriores. Aquí divide la mente en tres niveles: el consciente, el preconsciente y el inconsciente. Destaca que la represión es de gran importancia para el estudio de lo inconsciente.

Según lo que plantea Freud, en algún momento de sus vidas, los seres humanos enfrentan sentimientos y pensamientos que les ocasionan tanto estrés y dolor que no pueden soportarlos. Estas sensaciones no pueden sacarse de la mente, pero si pueden extraerse del consciente para enviarla al inconsciente, reprimiendo así el efecto doloroso que puede generar.

Soporte para sus teorías

En medio de sus investigaciones, Freud buscaba algunos patrones de represión comunes entre sus pacientes, que le permitieran construir un modelo más general sobre la mente. No lo consiguió, aunque pudo ver que sus pacientes solían reprimir hechos distintos. También observó que la represión no es, en sí misma, una acción consciente, por lo que no ocurrirá de manera voluntaria.

Asimismo, Freud diseñó una estructura para tratar de explicar la forma en que funciona la mente humana. Propuso que la mente está dividida en tres partes: el Ello, el Yo y el Superyo, cada una con características diferentes pero estrechamente relacionadas entre sí.

El Ello representa los impulsos primarios o lo que él llamó “pulsiones”. En este nivel se ubica el motor de todo comportamiento y pensamiento humano. El Superyo representa las acciones enmarcadas en lo ético y moral. El Superyo se mantiene entre ambos, tratando de mediar entre las necesidades del Ello y las limitaciones del Superyo. Un Yo saludable garantiza la coexistencia sana entre estas dos fuerzas antagónicas.

Freud dedicó especial atención al estudio de estas tres áreas de la mente. Señaló que la relación entre éstas está influida por factores innatos que él denominó pulsiones. De esta manera identificó la pulsión de vida, que llamó “eros” y es una pulsión de vida orientada a preservar la vida. También señaló la existencia de la pulsión de muerte o “tánatos”, una pulsión negativa que induce al principio budista del Nirvana o estado de calma.

Otros aportes

Freud también desarrolló postulados en torno a la libido, asegurando que ésta evoluciona en los seres humanos a medida que cambia el objeto fuente de placer. Destacó que la “sexualidad infantil es polimórficamente perversa”, por cuanto son muchos los objetos que pueden proveerle sensación de placer. Partiendo de esta base, planteó diferentes etapas o fases y lo relacionó con objetos que les brindan placer.

La primera fase es la oral, representada por el placer que sienten los bebés durante la lactancia por el acto de succionar o morder. Luego viene la fase anal, que se ejemplifica con el control de esfínteres en los niños. Le sigue la fase fálica, en la que aparecen las prácticas de masturbación y puede desarrollarse el Complejo de Edipo y el Complejo de Electra.

Se sucede, después, la fase de latencia, en la que se suprime el deseo sexual en servicio del aprendizaje. Por último está la fase genital, que surge en la adolescencia cuando maduran los genitales y se concretan las relaciones sexuales.

Este modelo psicosexual que presentó Freud ha sido ampliamente criticado. Unos denigran sobre su afirmación de la presencia de una “sexualidad infantil”. Otros argumentan que no profundizó los conocimientos que existían en materia de sexualidad, planteados en su momento por teóricos como Shopenhauer, sino que “neurotizó la sexualidad” al vincularla con términos como perversión, trastornos mentales e incesto.

Algunos sectores de la sociología y la antropología aseguran que el modelo de desarrollo que propuso Freud en su momento, no es universal, mucho menos obligatorio en la evolución de la salud mental del ser humano. Lo califican como etnocentrista, pues deja a un lado elementos socioculturales de interés.

Freud perseguía poder demostrar su modelo, apoyándose en la observación de sectores clase media de la sociedad austríaca, y validarlo ante el mundo. Para ello empleó la etnografía y la mitología griega como referentes. Se basó en Edipo Rey para sustentar que el “ser humano desea el incesto de forma natural” y cómo se ahoga ese deseo. El complejo de Edipo fue descrito dentro de una de las etapas del desarrollo psicosexual: la etapa fálica.

También sustentó sus investigaciones en otros estudios sobre totemismo, que le permitieron argumentar que éstos son el reflejo de una costumbre “ritualizada” del complejo de Edipo. Sumó a sus postulados, elementos de la religión judía y de la católica, así como de la sociedad victoriana en la que se desenvolvía, entre los que se mencionan la sexualidad, la moral y la represión.

Aportes para el psicoanálisis

Uno de sus mayores intereses estaba en sentar las bases científicas para su método terapéutico: el psicoanálisis. La finalidad de esta terapia se relaciona con la concepción de la hidráulica y los principios cartesianos de mover los sentimientos y pensamientos que están reprimidos, hasta hacerlos conscientes.

Durante sus primeros trabajos junto a Breuer, Freud esperaba que la cura a los problemas psíquicos se lograra por medio de la catarsis. Con el tiempo, abandonó esta idea en beneficio de la interpretación de los sueños y la asociación libre. Con ello, da inicio al psicoanálisis propiamente dicho.

A esta técnica se le incorpora otro elemento definitorio: el terapeuta asume una postura neutral que permite al paciente proyectar sus emociones sobre él. Por medio de esta práctica, el paciente identifica y, posteriormente, soluciona, sus conflictos de la infancia y con sus padres.

Las teorías y procedimientos introducidos por Sigmund Freud generaron gran polémica durante toda su vida hasta llegar a la actualidad. Sin embargo, pocos niegan su valioso aporte para el estudio de la psiquiatría y la psicología. Con lo que él denominó la “cura del habla” contribuyó con la cura de problemas neuróticos por medio de la asociación libre, que le permite al paciente contar toda su historia al terapeuta sin mayores interrupciones.

Durante las sesiones, el psicoterapeuta se ubica lejos de la vista del paciente, pero atendiendo con “atención flotante”, todo lo que el analizado refiere. Para esta práctica, el especialista se maneja con neutralidad y se abstiene de emitir algún juicio de valor o señalamiento moral en contra del paciente.

En algunos momentos durante la sesión, si el terapeuta lo considera oportuno, el especialista puede hacer intervenciones puntuales para orientar al paciente y para interpretar el material que recopiló hasta el momento. A través de este proceso, el paciente rememora recuerdos sobre situaciones que le resultan dolorosas o humillantes y las cuales fueron reprimidas como mecanismo de defensa. Al hacer consciente toda esta información, el hecho traumático pierde su poder de afectación y los síntomas desaparecen.

Estudios de sus últimos años

Posteriormente, Freud descubrió que no es suficiente “hacer consciente lo inconsciente”. En su trabajo Nuevos consejos sobre la técnica del psicoanálisis, publicado en 1914, refiere por primera vez el término “reelaboración de las resistencias”, las cuales producen “el máximo efecto alterador sobre el paciente y que distingue al tratamiento analítico de todo influjo sugestivo”.

Los postulados que desarrolló Freud en su libro Más allá del principio del placer, aportaron nuevos elementos para la práctica de la terapéutica analítica. En esta obra introduce el tema pulsión de muerte. Además, echa mano del concepto de la “compulsión de repetición” impulsada por la pulsión de la muerte, para explicar la inercia de algunos síntomas en la cura del paciente.

En sus últimos estudios, Freud vuelve a la misma técnica y lo desarrolla en los títulos Análisis interminable y Construcciones en el análisis, ambos de 1937. En estos títulos presenta de forma más realista, si se quiere, los alcances y limitaciones de sus teorías.

Resumen de las 5 teorías de Freud más importantes

Muchos fueron los aportes realizados por Sigmund Freud a lo largo de su prolífica vida como investigador y psicoanalista. A continuación se presentan, de forma sucinta, cinco de las teorías más importantes de este gran pensador del siglo XX.

El principio del placer

Freud plantea “Los niños son completamente egoístas; sienten sus necesidades intensamente y luchan rudamente para satisfacerlas”. Partiendo de esta premisa, el principio del placer plantea que el fin último del ser humano es lograr el placer y evitar todo aquello desagradable para satisfacer así las necesidades primarias, bien sean psicológicas y biológicas. El placer motiva el proceso de identidad en la persona.

El principio del placer funciona solo en el “inconsciente sistémico” y es la fuerza primigenia que gobierna su funcionamiento. Por esta razón cualquier sentimiento que provoque displacer es reprimido. Este principio conlleva, de manera inconsciente, a la satisfacción de las necesidades primarias que garantizan la supervivencia.

La pulsión

Freud encierra su teoría de la pulsión en la siguiente frase: “Las emociones inexpresadas nunca mueren. Son enterradas vidas y salen más tarde de peores formas”. Aquí se entrelazan lo psíquico con lo somático, a lo que Freud denomina “concepto bisagra” para explicar el tema de la sexualidad.

De acuerdo con lo planteado por Freud, el ser humano siente estímulos que provienen de su interior y que son constantes. A diferencia del hambre, estos estímulos no pueden aplacarse de manera inmediata. Pero tampoco se puede huir de ellos. Por este motivo, al intentar reprimir este estímulo, se genera una “satisfacción pulsional”. La pulsión posee cuatro propiedades:

  • Esfuerzo/empuje: Elemento que motoriza y genera la pulsión.
  • Meta/fin: Se satisface el deseo al cancelar el estímulo de la fuente.
  • Objeto: Por medio del cual la “pulsión alcanza su meta”.
  • Fuente: Se encuentra en el propio cuerpo y permite experimentar la excitación.

Por medio de esta teoría, Freud sostiene que hay dos pulsiones que se mantienen en conflicto: las de autoconservación y las pulsiones sexuales. En ella se distinguen cinco etapas: la oral, cuyo objeto de satisfacción es la boca; la etapa anal, que se centra en el ano; luego está la etapa fálica, con el clítoris y el pene como objeto de satisfacción; también se encuentra la etapa latente en la que el niño se dedica al aprendizaje en detrimento de sus exploraciones sexuales; y la etapa genital, en función del coito y la reproducción.

Freud plantea la existencia de la pulsión de vida, ya descrita, y la pulsión de muerte, en la que el ser humano cancela todo estímulo, interno y externo, en la búsqueda de un estado de “Nirvana”, que resulta similar a la muerte. Ambas pulsiones suelen trabajar juntas y, al separarse, se presentan los síntomas de los problemas.

La represión

Dice Freud: “Los sueños pueden ser así declarados: son realizaciones ocultas de deseos reprimidos”. Esta es la propuesta central de la teoría freudiana del psicoanálisis. Los seres humanos tienen pensamientos subconscientes que son determinantes en el desarrollo de sus vidas.

Freud plantea que la represión es un método de defensa psíquico ante situaciones que resultan intolerables para el individuo. Esta experiencia traumática es reprimida y hace de esta una representación inconsciente, por lo que la persona “olvida” el hecho traumático, aunque en realidad desconoce que lo recuerda.

De acuerdo con Freud, no existe algo como una “represión 100% exitosa”. Esto quiere decir que, en cualquier momento, la información que se reprime regresa y se presenta por medio de un episodio neurótico, como por ejemplo la hipocondría, o también en un sueño, en un lapsus, una equivocación o un simple chiste.

Lo inconsciente

Como parte de esta teoría, Sigmund Freud aseguró que “El inconsciente es el círculo más grande que incluye dentro de sí el círculo más pequeño consciente; todo consciente tiene su paso preliminar en el inconsciente, mientras que el inconsciente puede detenerse con este paso todavía reclamar en pleno valor como actividad psíquica”.

Ligado estrechamente a la represión, lo inconsciente es un concepto fundamental para el psicoanálisis, que sustenta gran parte del quehacer psicoanalítico. Asegura Freud que “todo lo reprimido es inconsciente, pero no todo lo inconsciente está reprimido”. Así, lo inconsciente se define como todo aquello que no es consciente.

El complejo de Edipo

De entre las teorías de Freud, el Complejo de Edipo destaca por los múltiples debates que ha generado. Al respecto, Freud indica: “Los deseos sexuales con respecto a la madre que se vuelven más intensos que del padre, es percibido como un obstáculo para él; esto da lugar al complejo de Edipo”.

En esta teoría, Freud refiere que el niño varón busca seducir a su madre y que, por ello, tiene conflictos con su padre, a quien considera como su rival. Este complejo se hace presente en la etapa fálica y aparece como respuesta a la “seducción materna”, ya que el niño descubrió su primera fuente de placer a través de su madre.

Puesto que el niño no puede seducir a su progenitora, acepta su “propia castración fálica” que se ejecuta por medio de la prohibición paterna. Al niño no le queda más que emular a su padre. Reprime su sexualidad en la etapa de latencia y se explaya nuevamente en ella durante la etapa genital, cuando llega a la pubertad. En la etapa genital ya el niño no busca a su madre sino a otras mujeres.

Las teorías de Freud representaron un hito para la historia de la psicología. Sus aportes en cuanto al inconsciente, la personalidad, la sexualidad infantil y el manejo de los conceptos de pulsión sexual, de vida o de muerte, siguen siendo fundamental en el estudio del comportamiento humano.

Aunque sigan apareciendo detractores, nadie puede negar lo transversal de las teorías de Sigmund Freud para las ciencias que estudian la personalidad humana. Y, a más de 100 años de su aparición, siguen siendo consulta obligada, tanto para estudiantes como para expertos. El psicoanálisis sigue siendo una práctica común hoy en día, basada en los postulados de este gran teórico.

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