No tengo ganas de salir de casa, ¿Por qué?
Si con frecuencia te haces la misma pregunta: ¿Por qué No Tengo Ganas De Salir De Casa? y por más que lo intentas no encuentras ninguna causa aparente, mantén la calma que has llegado al lugar indicado. En este artículo se te explicarán las posibles razones por las que sucede esto, cómo se debe proceder y unos cuantos consejos más que, de seguro, te serán de gran utilidad.
¿Por Qué No Tengo Ganas De Salir De Casa?
Aunque muchos no lo crean, cuando una persona presenta el sentimiento de no querer salir de casa por mucho tiempo, en ocasiones puede ser algo más que un simple capricho. Esta situación se produce debido a múltiples factores, cada uno de ellos con un carácter bastante personal.
De hecho, cada individuo podría contar con sus propios motivos en base a la percepción que disponga de su situación actual. Sin embargo, esto no significa que todos sean reales, a veces pueden ser ficticios o creados a partir de un trastorno que se esté padeciendo.
Un ejemplo de ello, sería cuando de pequeños no queríamos asistir al colegio porque había otros compañeros que se burlaban de nosotros, y afectan gravemente a nuestra autoestima. Por ende, esta percepción de cómo vemos y afrontamos las cosas podría representar una razón por la que no queremos salir de casa, ni siquiera a respirar aire fresco.
Por ello, se tiene la creencia de que, una de las principales causas que conlleva a la aparición de una conducta de aislamiento social en una persona, se debe a la percepción que ellos mismos tienen en relación a lo mal que se encuentra su vida cotidiana.
Pese a que, en un inicio el hecho de no querer salir de nuestra casa podría considerarse algo completamente normal que a todo el mundo le pasa, cuando el por qué reside en el deseo inquietante de evitar a toda costa situaciones molestas, la cosa cambia.
Esto debido a que, si no se tiene la capacidad necesaria como para afrontar tales situaciones, las cuales en cualquier momento de nuestras vidas se podrían presentar nuevamente, tanto la conducta de evitación como el aislamiento social, se intensificarán cada vez más y más.
Inclusive, existe un posible y peligroso riesgo de que llegase a suponer un impedimento significativo en el modo de vivir del individuo, en donde se verían considerablemente afectadas diversas áreas de su cotidianidad, sin importar si se tratan de aspectos personales, laborales, académicos o sociales.
6 Causas más comunes
Pero sin dar tantas vueltas en el asunto, es propicio explicar cuáles son esas causas más comunes por las que uno dice: “No tengo ganas de salir de casa y punto”. Luego de una extensa y exhaustiva búsqueda recopilando toda la información referente al tema, hemos seleccionado las seis siguientes. Estas son:
Depresión
En el primer lugar encontramos a la depresión, también conocida como trastorno depresivo mayor. Esta indudablemente lidera la lista de las razones por las que una persona decide no salir más de su casa, debido a que es uno de los trastornos del estado de ánimo más comunes alrededor del mundo y que afecta millones de personas sin distinguir raza, sexo, creencia o posición económica.
La depresión tiene como característica principal la de alterar la manera de pensar y sentir del que lo padece. Por tal motivo, no resulta para nada extraño que, un paciente con un cuadro depresivo severo, llegue a considerar todo lo que le sucede exclusivamente como algo negativo.
A estos le cuesta por mucho hallar algún sentido a su vida y a lo que hacen en la cotidianidad, en todo momento se sienten abatidos y con una profunda tristeza. Por consiguiente, siempre están intentando permanecer aislados por el mayor tiempo posible, ya que no se desean salir de casa y solo quieren estar encerrados con su propia soledad.
Ansiedad
La segunda causa más común es otro problema relacionado con la salud mental, los trastornos de ansiedad, puesto que, a raíz de este padecimiento, se generan unas intensas ganas por no querer salir de nuestra zona de confort y así evitar tener en las afueras del hogar: ataques de pánico, fatiga, sudoración, falta de aire, miedos excesivos, etc.
Entre ellos destaca uno de los más frecuentes entre personas con una edad comprendida entre los 25 y 40 años, la agorafobia. Este se trata básicamente de un tipo de trastorno de ansiedad, que se caracteriza por el tener un miedo exagerado a los lugares o situaciones en los que se podrían sentir agobio, vergüenza o indefensión, por lo que se procura evitar acudir a ellos.
Dicho de otra forma, es cuando una persona siente muchísimo temor por el encontrarse en un lugar en el que no le podrían proporcionar ayuda si algo malo le llegase a ocurrir, motivo por el cual se siente más feliz y a salvo en la comodidad de su hogar. Esto puede ser desde tomar el transporte público, hasta hacer una fila o estar entre la multitud de un concierto.
De igual manera, también se puede mencionar, incluso cuando es menos habitual que la agorafobia, el Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT), puesto que, el individuo que lo padece, no tiene la capacidad de salir de su casa de nuevo. Esto previniendo volver a experimentar un evento sumamente atemorizante que lo traumatizó en un pasado. Por ejemplo, un accidente de tránsito, un temblor o un incendio.
Estar pasando por un mal momento
Por su parte, también es muy frecuente que simplemente se esté pasando por un mal momento, un mal día, una mala semana o un mal mes. Es absolutamente normal que, como seres humanos que somos, a veces nos sintamos tristes y no queramos a hacer nada que requiera de nuestro mayor esfuerzo.
Tomate el tiempo necesario y, si solo quieres estar en tu casa disfrutando de tu soledad, no hay problema alguno, solamente ten en cuenta que no deberías de prolongarlo demasiado. Siente tus emociones, identifícalas y busca la manera de salir adelante pese a ello.
Desgastantes procesos de duelo
A menudo, pasa que, con lo extenuantes que son los procesos de duelo, decidamos inconscientemente no salir más nunca de nuestras casas. Y es que, cuando se experimenta una pérdida, sea cual sea el caso, el ser humano siente la necesidad de aislarse y asimilar lo que está viviendo.
Cabe destacar que, esto puede darse por diversos detonantes, tales como: a partir de la muerte de un ser querido, la ruptura de una relación amorosa, el despido de un trabajo, la aparición de alguna enfermedad terminal, ya sea en nosotros o alguien cercano, entre otros.
Cuando sucede esto, casi todas las personas pasan por un proceso a menudo bastante largo, en el cual suelen presentar sentimientos de profunda tristeza y apatía. Por lo tanto, no le prestes tanta atención al hecho de que no tengas ganas de salir de casa.
Aparición de pensamientos radicales
Como penúltima causa del día, conseguimos a la aparición de pensamientos radicales. Esto se debe a que, muchas personas gracias a su forma de pensar radical y bastante cuadrada, optan por alejarse del mundo por sí solas, sin que nadie se los diga explícitamente.
Las personas que tienden a tener este tipo de pensamientos, se caracterizan por ser muy poco tolerantes a la frustración, especialmente si las cosas no pasan como a ellos les gustaría. Si algo no les parece o alguien está actuando de un modo que se sale de sus parámetros, se descontrolan completamente. Por ello, es normal que, dentro de sus conductas desproporcionadas, encontremos el pasar días enteros en casa.
Llevar un estilo de vida agotador y poco saludable
Por último, el llevar un estilo de vida agotador y poco saludable, genera que se pierdan las ganas de salir del hogar para divertirse y distraerse. Las jornadas laborales demasiado exigentes o el mantener una rutina en la que existe una inadecuada higiene del sueño en conjunto de una mala alimentación, crean el ambiente ideal para que una persona crea que ha perdido las ganas de relacionarse con los demás porque sí.
Sin embargo, esto no es para nada así. Lo que verdaderamente ocurre es que, se ha dado cabida, a una inapetencia surgida a raíz del claro pensamiento de: “No voy a invertir la poca energía que tengo en bañarme, vestirme, salir de la casa y socializar, cuando puede quedarme todo el día en la cama”. Un claro ejemplo de lo ocasiona el no descansar, ni el comer bien.
Conclusión y recomendaciones finales
No nos podemos ir sin antes dejar una conclusión acorde a la magnitud del problema. Aunque resulte increíble, las conductas de aislamiento pueden prevenirse en gran parte si es capaz de ver las cosas desde una perspectiva sensata, tal y como realmente están sucediendo, no de una manera absurda.
Revisa hace cuánto estás presentando estas conductas. Ya con el simple hecho de darnos cuenta del tiempo que ha pasado desde que, comenzaron esas ganas de no querer salir de casa, se está haciendo un gran avance, pues estamos entrando en conciencia de que algo está fallando en nosotros.
Al partir de tal punto, es mucho más sencillo el poder empezar a trabajar en buscar la solución al problema, evitando que se prolongue por aún más tiempo. Posterior a ello, identifica que pudo haber motivado la aparición de tal conducta. Una vez que lo hayas precisado, procede a evaluar la causa objetivamente, de modo que las emociones no supongan un posible sesgo.
Ten en cuenta que, la realidad es como es, y no como nos gustaría que fuese. Si nuestro estilo de vida es sumamente agotador, el desear que todo cambie no hará que descansemos más. Piensa en cómo todo esto está afectando a la calidad de tu vida.
Fíjate horarios, establécete nuevos hábitos mucho más saludable y realiza esporádicamente rutinas de ejercicio al aire libre. Si nada de lo anterior funciona y sientes que por más que lo intentes no puedes lograrlo, pide ayuda y asiste a terapia psicológica, de lo contrario, no existirán mayores cambios.
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