Descubre ¿Cómo superar la muerte de un padre?
Por ley de vida, los padres son los primeros en partir al plano eterno. Lo cierto del caso es que los hijos en algunos casos no están psicológicamente preparados para este hecho. Preste atención a algunos consejos en Cómo superar la muerte de un padre a continuación.
6 consejos en cómo superar la muerte de un padre
Los padres son el pilar fundamental en la vida de los hijos. Ellos están en su deber de honrarlos hasta el momento de su muerte, pero ¿Realmente están preparados para una despedida? Quizás no, aunque estén bajo un diagnóstico terminal, los hijos desean estar el mayor tiempo posible con sus padres. Luego de su muerte, marca un antes y después en sus vidas, por lo cual es vital la lectura de cómo superar la muerte de un padre para que el duelo sea lo más saludable posible.
El concepto sobre la muerte posee muchas variantes, porque cada cultura la ve de forma diferente. Resulta inesperado que el deceso ocurra por suicidio o un accidente, pues supone un arranque repentino de una figura crucial en la formación de los hijos. El proceso es más doloroso con diagnósticos terminales, porque los descendientes se enfrentan a una terrible dualidad de acelerar su muerte para que descansen en paz, o mantenerlos consigo por más tiempo, aunque estén en una agonía interminable.
Cada duelo es único
Cada cabeza es un mundo, por tanto, experimentar el duelo puede manifestarse de tantas maneras que la mente humana imagina. Corresponde evaluar cómo se produjo la muerte del padre para constatar el desarrollo del duelo a lo largo de los próximos días. El primero paso en cómo superar la muerte de un padre es aceptar que ya partió del plano físico hacia otra dimensión. Al hacerlo, la resignación por su ausencia comenzará a llegar, para gestionar el duelo de modo positivo.
Existen algunos ejercicios muy prácticos para una despedida posterior al funeral, por ejemplo, redactar una carta de despedida hasta hacerla volar por el cielo o arrojarla al mar. Llevar una fotografía familiar a la tumba en que se encuentra o un ramo de flores. La muerte es uno de los Miedos más comunes que la psicología sigue investigando, para abordar pacientes que no tienen tranquilidad cuando escuchan la palabra.
Apoyo social
No es para nada recomendable que los parientes desarrollen su duelo en medio del aislamiento. En este caso, es factible buscar apoyo de un círculo cercano entre familiares y amigos que conocieron muy bien a los padres. Es un buen ejercicio interrogativo para preguntar cuáles fueron sus etapas más felices, cómo desenvolvió el matrimonio y resto de vivencias que hayan dejado una huella imborrable para todos sus seres queridos.
El propio corazón conducirá a esa persona para compartir su duelo. Lamentablemente, no todo el núcleo familiar está en la mejor disposición de conversar o realizar actividades para aminorar la carga de tristeza que produjo la muerte del padre. Ahora bien, es factible hallar a ese familiar de pensamiento ecuánime, que acepta la muerte como una realidad para hablar con serenidad sobre su significado y el valor del padre en vida.
Tiempo
Este consejo toma relevancia cuando el padre está agonizando en presencia de sus hijos. En este caso, es recomendable pasar la mayor parte del tiempo con ellos, hablarles sobre la niñez o cualquier otra etapa que expresan felicidad. La misma acción tiene sentido luego de la muerte, con el respeto de su espacio y tiempo para aceptar su muerte.
Luego de llorar la ausencia, continuar con sus vidas es el paso a tomar para retomar los objetivos planificados. El abandono emocional que todo hijo experimente o echarse a morir junto a sus padres es un signo inequívoco de depresión. Para eso, deberá conocer todos los consejos en Cómo ayudar a una persona con depresión con el propósito de rescatarlo/a de ese laberinto sin salida.
Cuidado con los diálogos internos
Cuando el sujeto cuestiona el sentido de la muerte como una incomprensión, por arrebatarle la vida a su padre. Imaginar que su muerte pudo ser distinta a la ocurrida, es un mal síntoma que el duelo no está siendo trabajado correctamente. Esa sensación que quedaron muchas cosas por decir es natural, porque el ser humano tiende a apreciar a sus semejantes cuando están en peligro de muerte, frente a un destino inexorable.
Acciones como escribir una carta diciendo todo lo que no tuvo tiempo de hacer, es un ejercicio productivo para liberar todas las tensiones contenidas. Además, conlleva a un desahogo que tranquiliza la conciencia.
Retomar las actividades del día a día
En cómo superar la muerte de un padre, lo prudente es ocupar la mente de distintas formas. Los cambios a raíz del deceso son permitidos, porque uno de los cimientos que conforma el mundo interior está roto. No existe nada mejor que retomar las actividades cotidianas una vez finalizado el periodo de duelo que establece la ley para los familiares afectados en cargos profesionales o escolares.
La zona de confort nunca había sido tan necesaria en etapas de duelo. Es un ancla válido para no pensar en demasía en el padre fallecido. Es una sensación de seguridad enriquecedora, para retomar las riendas de la vida, tal como la figura fallecida lo hubiese deseado.
Apoyo profesional
Si el duelo ha escapado de las manos en el paciente, o familiares que no han completado su proceso, es de suma importancia asistir a terapia para atar los cabos sueltos del dolor o sufrimiento que dejó la partida del padre. El protagonista necesita reconocer que la ayuda psicológica es el camino correcto para recibir información pertinente que mitigue un poco su situación.
La psicología del duelo por muerte súbita
Explica el estado repentino de la muerte como un acontecimiento que arrebata de golpe la vida de un padre. Si los hijos están entregados a sus actividades y reciben la funesta noticia de su deceso, todo su mundo interior se viene abajo en un segundo. Acá nadie está preparado para afrontar la muerte, hasta que resaltan a su padre dentro de un ataúd.
"No acepto la muerte de mi padre"
Es una de las frases más resonadas cuando la muerte súbita se hace presente. Lo repentino del caso conlleva a una tristeza de grandes dimensiones, que absolutamente nadie está en capacidad de asimilar el hecho en las primeras horas del deceso. Para ir más allá, llama a la puerta la irrealidad, bajo el punto que nada de lo que está pasando es posible, como una pesadilla muy negativa.
Los hijos comienza a indagar si los hechos que llevaron a la muerte de su padre pudo evitarse con la intervención propia o de terceros. Cada pregunta es un martirio emocional para encontrar las respuestas de los acontecimientos.
Frente a lo imprevisible de la muerte en el pensamiento de los hijos, tienden a responsabilizarse por estar ausentes cuando ocurrió el accidente o suicidio. Es un sentimiento terrible que no escapa de su mente a menos que acepten la realidad tal como sucedió. La desprotección y la fragilidad son comunes en estos escenarios, porque la figura máxima que provee de amor y afecto ha muerto; su sostén de vida. No tengo ganas de nada es otra cita que suelen hacer los hijos en total depresión.
5 consejos para la aceptación en este tipo de muerte
- Continuar con las actividades cotidianas desde un punto de vista realista, dando espacio al dolor. En el corazón alberga muchas inquietudes, pero no podrán superar el deseo de sobrevivir haciendo lo que tanto le gusta.
- Hablar de todo lo sucedido con personas empáticas que dan importancia al dolor como sentimiento que debe fluir con una gran conversación.
- Adaptarse a una nueva realidad con tomas de decisiones cuyo raciocinio sea correcto para volver a las actividades iniciales. Es importante ser más fuertes ante la adversidad, así la ausencia sea más notoria que nunca.
- Permite que otras personas se acerquen para saber cómo se ha sentido, además de ser receptivo/a con demostraciones de afecto, como si fuesen los padres quienes están en su lugar.
- Encontrar apoyo propio. Si bien cómo superar la muerte de un padre no es tarea sencilla, la iniciativa comienza en casa por el núcleo familiar, con apoyo mutuo para mitigar el duelo.
Lidiando con la pérdida de su padre y madre
Cuando el padre de un adulto fallece, aparece esa sensación de tranquilidad, porque asumió que esta etapa tarde o temprano iba a llegar. ¿Qué significa esto? Probablemente observa que la muerte es parte de la vida misma, como un nuevo comienzo desde otra dimensión. ¿Debería de estar triste? Por supuesto, porque nunca más volverá a ver su presencia en casa, o su personalidad fue tan notoria que ahora la ausencia pesa una tonelada de concreto en cada rincón del hogar.
¿Debe agradecer que sus padres murieron en la adultez y no cuando eran niños? Son interrogantes interesantes, pero lo cierto del caso es no subestimar el duelo, porque un infante podría superar con mayor rapidez la muerte que un adulto con una vida hecha fuera del hogar. Quizá, al estar frente a este evento, un hijo adulto considera no haber compartido lo suficiente con sus progenitores, hasta sentir culpas de cada vivencia que no hicieron realidad por diversos motivos.
El duelo es sinónimo de pérdida, de una persona, mascota u objeto que antes se tenía, pero ya no está presente. El adulto vive su periodo igual que los niños, porque no es fácil aceptar la muerte como cambio imprevisible, un desajuste a una realidad constituida.
La sociedad ha incidido muchísimo en el duelo del protagonista, porque tienden a alegar con frases hechas "No llores más, era algo que iba a suceder". El hombre siente la misma pérdida de su madre, así como la mujer cuando ve morir a su padre porque ¿Qué tiempo puede llorar un adulto que vivió junto a su progenitor por más de 30 años? Exactamente lo mismo de un adolescente que no alcanzó a disfrutarlo.
Cada pérdida es única, con una huella particular en los hijos. Si sus padres fueron modelo en vida, por lógica será un duelo muy duro, aunque en paralelo, la recuperación será satisfactoria, porque crecieron con ellos en base a valores morales bien consolidados.
Los amigos con la mejor intención se acercan a algún familiar para decir "Tuviste la fortuna de contar con su presencia hasta la ancianidad", "Tuvo una larga vida, debes ser consciente de eso". Es verdad que tienden a confortar un poco, pero la realidad del dueño permite que estas palabras no tengan la significación que un hijo afectado le dé en la inmediatez del pésame.
Conexión parental
La conexión entre padres e hijos es tan fundamental que gracias a eso, los descendientes tienen su propia visión del mundo. Si es un adulto con una familia formada, trabajo estable y emociones expresadas, la pérdida de un progenitor representa un punto de quiebre importante, porque mediante el agradecimiento, los hijos están conformes por el trato o nivel de afecto que recibieron de su parte. La conexión se solidifica más allá de la muerte, hasta mantener un legado.
Las 5 etapas del duelo
En cómo superar la muerte de un padre, las 5 etapas del duelo han sido objeto de análisis, edición y otras veces están en tela de juicio por las repercusiones que significa. No obstante, el duelo no es en lo absoluto metódico u organizado, porque cada protagonista lo vive de manera distinta. Es pertinente verlo como respuestas orgánicas que cada ser humano enfrenta ante la pérdida.
Negación, enojo, negociación, depresión y aceptación son las 5 etapas del duelo que están vigentes hasta la fecha. Forman parte de una evolución vital hasta salir del duelo, continuar con la vida y asimilar nuevos horizontes que no están los progenitores para mirar cada paso de sus hijos. No todos los sujetos atraviesan las 5 etapas, ni siquiera hay un orden establecido. De no experimentar una mejoría, considere la ayuda psicológica para salir adelante de ese trance
Negación
Kübler-Ross acuñó esta primera etapa cuya connotación es más simbólica que literal. Inicia cuando el padre aún no ha muerto, pero el hijo no acepta que es un ciclo que está por finalizar. Se mantienen aferrados a que su presencia continuará, así tenga las horas contadas. Es un shock en que no conciben la muerte en ninguna manifestación.
¿Qué sucede durante esta etapa?
- El shock es un motivo de supervivencia para evitar que la muerte toque a su puerta.
- Ayuda a controlar los sentimientos mientras dura el duelo.
- Una ventaja de dejar entrar todas las sensaciones que esa persona puede manejar.
¿Cómo se ve?
- La negación es discernir que los padres nunca más estarán cerca, o su distancia puede acortarse a través de un viaje en avión o transporte terrestre.
- No comprenden el sentido de la muerte. No conciben la idea de verlos nunca más en el hogar.
- En cuanto a síntomas físicos, el shock podría generar parálisis temporal.
- A pesar que tiende a mencionar frases al estilo "No puedo creer que haya muerto" su psique tiene un grado de afectación tan significativo que configura su propio concepto de muerte.
- Tiende a realizar muchas preguntas "¿Por qué sucedió?" ¿Por qué él/ella, sí tenía mucho por vivir?" Cuestiona las circunstancias hasta sentir culpa de no hacer algo para salvarlos.
- Comienza una búsqueda de comprensión para asimilar una nueva realidad que no había imaginado sin sus padres.
- Explorar las circunstancias de la pérdida con las siguientes preguntas: "¿Tuvo que suceder de este modo?" "¿Por qué se dieron así las cosas?".
El sentido de la pérdida comienza a aparecer de forma gradual, como un acontecimiento sin retorno, con un padre que no volverá. Significa la etapa más dolorosa en cómo superar la muerte de un padre, porque toda base estable se quiebra a tal grado que cualquier suceso irreal, es un llamado a la negación. Es una escalada a la montaña de la resignación, cuyos seres no están presentes en la actualidad.
Anteriormente, el hecho de cuestionarse tanto por la forma en que murió un progenitor es un mal indicio para recuperar terreno perdido por el duelo. No obstante, contribuye a un proceso de sanación que lleva a la quinta etapa: aceptación. Cuando el hijo despierta en su nueva realidad, hasta hacerla parte de su cotidianidad, es un paso firme para la sanación.
Enojo
No evite que los hijos experimenten ira por la pérdida, porque al final es una terapia que sirve para disipar todo sentimiento negativo que resguarda su ser. Es natural cuestionar "¿Por qué a mi madre/padre?" "¿Por qué murió si tanto le demostré mi amor?" Existen otras emociones que se escudan tras el enojo, cuya aparición hará tarde o temprano como método de escape o desahogo frente a una nueva realidad.
La ira es ese sentimiento primario que elige el individuo para ocultar otros que no está dispuesto a manejar en primera instancia. Mientras el enojo no trascienda más allá de una agresión física o verbal, es un proceso que conlleva respeto en el resto de los seres queridos. Habrán episodios puntuales que los hijos en negación se acerquen a otros en búsqueda de apoyo, pero no intente forzar el final de un duelo que no está resuelto.
Nadie está exento de escapar ante un sentimiento como este. Quienes están alrededor deben cumplir un rol de apoyo sin juzgar más de la cuenta a los enojados por duelo, porque es una reacción legítima ante la pérdida irreparable de sus padres. Tanto la vida como la muerte son injustas en cierto grado, pero son ciclos que al final todos cumplen en su transitar por este mundo.
Si los hijos están conscientes que su enojo es inapropiado, tienden a encontrar el soporte necesario en las actividades que les apasiona para nivelar su energía, o conversar sobre un pariente de temas puntuales relacionados con su progenitor fallecido. Al final, el enojo es respetado por todos aquellos que como él/ella, sufrieron de este deceso. Cada dolor es único, por lo cual, el enojo está representado en escalas de tolerancia o límites de lo permitido.
¿Qué sucede durante esta etapa?
- El enojo contribuye al disimulo de otros sentimientos, por ser el más conocido o más sencillo de manejar. Más adelante podría aflorar sus emociones subyacentes.
- Es un progreso respetable del dueño. Nadie tiene autoridad de juzgar a un hijo herido por la pérdida.
- La ira es símbolo del amor que los hijos sintieron por su padre en vida. El coraje es una evolución notable en cómo superar la muerte de un padre.
- El lado negativo de mostrar enojo desmedido, es el rechazo del núcleo familiar hasta llevar al aislamiento tempo.
¿Cómo se ve?
- Enojo con su padre/madre por no cuidar su estado de salud por más tiempo.
- Ira propia, por no haber hecho algo más para evitar su destino inexorable. El sentimiento de culpa se transforma en enojo.
- Resentimiento por ver que la muerte estaba consumiendo a su padre sin opciones de mejora.
- Enojo con los médicos por no controlar el estado avanzado en una enfermedad terminal.
- Ira por vislumbrar que otro ser querido está a punto de morir por las mismas circunstancias de su padre, al afirmar que no merece ese final.
- Enojo general con el sistema de salud, por no encontrar la cura de algún padecimiento que llevó a su padre a la muerte.
- La culpa es un derivado del enojo. Es habitual cuestionarse constantemente hasta encontrar una respuesta que reduzca la pérdida.
El luto por un padre que no quisieron en vida
Es una realidad que no todos los padres son amorosos con sus hijos en vida, hasta el grado de ofrecerles una crianza terrible. Sin embargo, a ellos también hay que llorarlos luego de su muerte, pues permite el desahogo de todo aquellos que no pudieron hacer por ellos. Es un un tema ambiguo, porque algunos descendientes en lugar de sumarse a un duelo, experimentan una sensación de tranquilidad al saber que ya no estarán presente en su vida.
No es conveniente disimular el dolor con una fortaleza efímera, porque tarde o temprano, las dos primeras etapas de la pérdida aparecerán, dejando al descubierto un profundo dolor hacia los padres que no se comportaron a la altura de las circunstancias.
Negociación
Antes de imaginar la pérdida como un hecho irreparable, los hijos buscan el modo de extender un poco la vida de su padre desahuciado (aunque su psique no esté del todo consciente.
Pisar un terreno peligroso con afirmaciones como "Qué pasaría si..." "Si tan solo que..." hasta alcanzar una tregua efímera, con el fin de pretender que la vida sea como antes, con papá o mamá rebosando de buena salud. Esos propósitos de "Si tan solo supiera cómo devolver a mi padre a la vida" es más dañino que la misma negación.
¿Qué sucede durante esta etapa?
- En cómo superar la muerte de un padre, la negociación supone una transición de la una pérdida para entrar en otro duelo. El bienestar mental es temporal, tan pronto como culmine esta etapa, llega la depresión a apoderarse de su psique.
- Es un espacio de tiempo para adaptarse a un nuevo entorno en que el progenitor fallecido no estará. Es un ángulo favorable que dota la negociación.
- Permite llenar los vacíos que dejan las emociones subyacentes del enojo. El sufrimiento está en el ambiente, pero con más discreción de sus protagonistas.
- Supone un restablecimiento del caos que ha originado la muerte a partir de la fecha de deceso.
¿Cómo se ve?
- "Nunca más me enojaré con mis padres si los deja vivir" son negociaciones de los hijos ante Dios como una salida a su angustia por la prontitud del fallecimiento.
- "Cuando despierte, ¿Todo lo que ocurrió fue producto de un mal sueño?" Resalta cada esfuerzo por ayudar a su prójimo que está atravesando la misma enfermedad o circunstancias que llevaron a su padre a la muerte, con objetivo de recibir una compensación de vida (o salud).
- "Si hubiésemos detectado la enfermedad antes, tal vez pudo tomarse las previsiones a tiempo". El lamento clásico de los hijos cuando aparece el cáncer terminal para arrebatarle a sus padres.
- "Y si pudimos haber detenido ese accidente con nuestra presencia". En cómo superar la muerte de un padre, es la interrogante que nunca falta en momentos de reflexión, para plantear la posibilidad de salvar su vida con una intervención oportuna.
Hay negociaciones que nacen del pasado para cumplirse en el futuro, cuando la muerte toque a la puerta de los hijos: "Anhelo ver a mis padres en el cielo de nuevo, para reencontrarnos". Otro tipo de tregua está relacionada con la salud, para que ningún otro ser querido padece de dolores o sufrimientos que implica un estado agónico de muchos días. En esos casos, los familiares prefieren que partan lo más pronto posible para remediar sus penas.
La negociación en cómo superar la muerte de un padre concierne a muchas preguntas sin respuesta, cuya psique trabaja para encontrar una pronta solución en pro de superar la etapa de negación y enojo. Al final, la realidad dará un golpe sobre la mesa, para echar abajo todas las suposiciones de la psique. Los padres nunca más volverán.
Depresión
A diferencia de la fase anterior, la depresión se vive en el presente, con todos los vacíos profundos que significa la partida de un padre. Acá florecen todos los sentimientos negativos como parte del proceso más doloroso de todos: saber que está muerto, sin opción de verlo nunca más. Cabe destacar que esta fase no representa un trastorno mental, sino un tramo que luce eterno, un túnel sin luz al final, un laberinto sin salida, un viaje sin retorno.
¿Qué sucede durante esta etapa?
Aunque es un tramo realmente insostenible para quien lo sufre y demás familiares, en cómo superar la muerte de un padre posee ciertas utilidades:
- Ralentiza el dolor para explorar todo el sentido de pérdida desde el primer día de no convivir con el padre.
- Permite empezar desde cero, con la reconstrucción de aquellas actividades que quedaron pendientes.
- Despeja todo el camino de la tristeza o ansiedad, cuando no hay más lágrimas por llorar.
- Conduce al lugar más recóndito del alma que son desconocidos para el ser humano.
Es una respuesta apropiada
La gente tiende a criticar a los hijos que están experimentando su etapa de duelo en aislamiento, sin comer, dormir o no ejercer ningún oficio con fin de despejar su mente. Por el contrario, juzgan la depresión como una etapa antinatural, transgresora y con impacto muy negativo. Si bien es cierto que representa un estado delicado, los sujetos tienden a salir de ese tramo por su cuenta o con terapia psicológica.
Es necesario tener en cuenta que la pérdida de un ser querido siempre es deprimente, por las circunstancias que sean, por tanto, la depresión es una respuesta apropiada para asimilar el hecho desde el dolor. La comprensión es la clave del éxito para que el núcleo familiar experimente una mejoría en las etapas de duelo hasta conducir a la más trascendental de todas: la aceptación.
Es un paso hacia la sanación
Cuando se habla de sanación, esta fase de duelo es oportuna cuando aparece, porque es una signo muy claro que lo peor de la muerte ya está pasando. La resignación contribuye a curar el alma, no sin antes llorar todo lo necesario, o experimentar que el mundo se viene encima de todo el componente familiar que conoció de sobra al progenitor en cuestión.
Si ha reconocido que está en depresión, el siguiente paso es resistir la adversidad que representa la pérdida. Lamentablemente, esta resistencia es difícil de concretar, tomando en cuenta si el deceso es por motivo de accidente o suicidio, porque no hay razón alguna que aminore lo que significa perder para siempre a un padre, o analizar por qué razón tomó la decisión de quitarse la vida, hablando estrictamente del suicidio.
¿Cómo lidiar con la depresión?
En primer lugar, es necesario ver la depresión como un visitante clave, aunque no sea bienvenido. Está allí, latente, como ese visitante incómodo que ha llegado con malas intenciones. No obstante, no todo es tan negativo como parece, porque sin su presencia, la sanación demorará más tiempo para apropiarse de la psique y posteriormente, del cuerpo.
Este visitante fomenta la limpieza del ser interior, con todo el llanto por derramar si de cura es importante. La exploración de la pérdida es más pura, con el propósito de aceptar que las cosas ocurrieron de tal modo que es imposible alterar el orden del tiempo para restaurar la vida de un ser que ya no estará más en tierra.
Aceptación
El panorama es más alentador en esta última fase de duelo, porque ya los pacientes han salido de la depresión. Es reconocer una nueva realidad: el padre fallecido ya no estará presente, así que la vida debe continuar con la mayor normalidad posible. No es una realidad que sea agradable, pero al fin de cuentas es factible aceptarla, porque nada puede cambiarse para evitar una muerte, porque es el fin de una vida y comienzo de otro ciclo.
El ser humano hace todos los ajustes correspondientes para sanar su alma de tanto dolor concebido por la pérdida. Aunque parezca un estado inalcanzable, la aceptación dejará a los familiares bien parados para retomar el sendero laboral o profesional, como su padre lo deseó antes de morir.
¿Qué sucede durante esta etapa?
- Los sobrevivientes indagan que el tiempo de partir para su padre fue el correcto, bajo las circunstancias que sean. Ahora resta vivir con su ausencia, pero recordando lo mejor de él/ella, al ser una alternativa para nutrir almas rotas.
Desde luego, cualquier hijo podrá decir al experimentar las primeras fases del duelo con "Fue muy apresurada su partida" "¿Por qué Dios se lo/la llevó tan joven, si tenía mucho por vivir?". Con la aceptación, todo lo acontecido fue en el tiempo justo, porque su destino ya estaba trazado en la tierra. El mismo panorama es discutible cuando un padre anciano yace postrado en una cama: "Fue lo mejor para evitar más dolor. Ahora está descansando en paz".
- La mortalidad forma parte de la naturaleza humana. Aceptarla es un indicio que no hay temor a la muerte luego de las experiencias vividas.
- La muerte es una norma de la que nadie escapa. Tarde o temprano tocará la puerta.
¿Cómo aceptar la sanación?
- Recordando los mejores momentos con el padre fallecido: grandes etapas de la infancia, la entrega de mano en matrimonio, la cargada de su primer nieto, entre otras vivencias positivas para rememorar cómo fue su receptividad ante todas las etapas compartidas en familia.
- Dejar el enojo con Dios es un paso al frente en cómo superar la muerte de un padre. Toda pérdida física es irrecuperable.
- Reorganizar los roles en el hogar, sin tomar partida para actuar conforme a la personalidad del padre fallecido. Cada quien organizará su vida conforme a sus intereses.
Al establecer los nuevos roles en casa, cuyos hijos estén de acuerdo con la última voluntad de sus padres fallecidos, la misión es continuar bajo la premisa de su ausencia.
Quizá, en donde quiera que estén, estarán conformes si sus descendientes logran mantener su legado, o al menos, el estilo de vida que desempeñaron a lo largo de los años. Cuando el duelo es superado, la aceptación se hará colectiva entre todos los miembros del hogar.
Generalmente, son los hijos mayores los encargados de velar por el resto de los integrantes, a menos que convivan algunos tíos o abuelos que estén vivos aún. En ese caso, mantener el recuerdo de los padres fallecidos en el corazón, es una manera de tenerlos cerca por siempre.
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