El perdón es la acción con la que una persona disculpa la falta u ofensa cometida en su contra. Implica la renuncia a toda posibilidad de reclamo o venganza, así como la disposición de olvidar lo ocurrido. En el siguiente post hablaremos sobre Perdonar en sus tres dimensiones: a sí mismo, a los demás y pedir perdón. Sigue leyendo.
Índice de Contenido
¿Qué es el perdón?
El perdón es la acción de perdonar, lo que se significa que una persona ofendida debe olvidar una falta cometida en su contra y no guardar rencor por ello. El perdonar debe ser un acto consciente y debe conllevar a la tranquilidad emocional tanto de quien lo brinda como de quien lo recibe. Al perdonar se debe olvidar la venganza o el deseo de castigo, en la confianza de que la decisión tomada es la mejor.
Esta acción no debe confundirse con olvido de la falta, pero si la superación de sus consecuencias. No perdona quien no se siente aludido por lo que otros consideran una ofensa; tampoco perdona quien se siente ofendido por un malentendido, una vez que éste se ha aclarado. El perdón es un bien que se le hace al personado, pero también representa una gran ayuda para quien perdona.
Los psicólogos e investigadores del perdón como acto humano coinciden en que el perdonar involucra un “cambio de conductas destructivas voluntarias dirigidas contra el que ha hecho el daño, por otras constructivas”. En este sentido, perdonar no solo se limita al cese de las conductas negativas en contra del ofensor, sino que contempla el desarrollo de conductas positivas.
De igual manera, al decidir perdonar, deben dejarse de lado las conductas destructivas, pero si la persona se obliga a perdonar la falta de manera consciente, lo que logrará será pensar más en lo ocurrido. Por ello, para perdonar debe haber un compromiso sincero de cambio, lo que incluye pensamientos y buenos deseos para el ofensor.
Si el proceso de perdón se realiza de manera correcta, los sentimientos que el ofendido tiene hacia el ofensor cambiar hacia lo positivo. Al aceptar lo ocurrido, se desarrollan pensamientos, emociones, sensaciones y sentimientos que inciden directamente en la conducta de la persona. Esto conllevará a un cambio de conducta.
Los primeros pasos para perdonar
Tal como lo aseguran Zettle y Gird, “perdonar no es contingente con la reducción o cese total de los pensamientos o sentimientos negativos, no es un estado afectivo o una condición emocional; perdonar es una conducta libremente elegida de compromiso y determinación”.
El perdón no es una acción única que se realiza en un momento específico. Es un proceso que se profundiza y completa a medida que pasa el tiempo y ocurre la sanación de quien se siente ofendido. Por eso existen varios niveles de perdón. Así, el primer paso para perdonar es dejar de lado las conductas negativas hacia el ofensor, como buscar venganza o, en secreto, desearle todo el mal posible.
El segundo paso es promover las conductas negativas hacia la otra persona. Una vez completado el acto del perdón, si ambos lo consideran saludable, puede restaurarse la confianza y la comunicación entre los involucrados. Al considerar la existencia de varios niveles de perdón, debe tenerse en cuenta los límites establecidos por el ofendido y hasta dónde desea llegar con el proceso.
Qué no es el perdón
Perdón es un término que, en su ejercicio real, tiene muchas implicaciones, principalmente del tipo ideológico y religioso. Es por ello que muchos psicólogos consideran que, antes de iniciar cualquier acto de perdón, se debe tener en cuenta que NO es el perdón. Aquí se aclaran algunos puntos al respecto.
- El perdón no es sinónimo de reconciliación. Pedir perdón, perdonar o perdonarse son decisiones personales que no requieren de la colaboración de terceros. Sin embargo, la reconciliación es un proceso de dos. Un ejemplo de ello se encuentra en las relaciones de pareja donde ha ocurrido una infidelidad: la persona ofendida puede perdonar lo ocurrido, sin que por ello decida continuar con la relación, más si piensa que puede ocurrir nuevamente.
- Perdonar no significa olvidar lo que ocurrió. El olvido es un proceso individual e involuntario que se da con el tiempo. Lo que si involucra es el cambio de conductas negativas a positivas. Existen algunas ideas erradas que indican que quien perdona debe olvidar de inmediato lo ocurrido. Recordar es un acto automático que responde ante ciertos estímulos, aunque la respuesta que se tenga ante estos sí puede ser voluntaria y es lo que debe controlarse.
- El perdón no significa justificar la falta recibida, mucho menos minimizar. Aunque la persona ofendida cese en sus deseos de justicia o venganza y haya decidido perdonar, la valoración del hecho siempre será negativa y no puede justificarse.
- Perdonar tampoco supone el levantamiento de la pena para el ofensor. Todas las personas deben son responsables de sus decisiones y de las consecuencias que éstas tengan. Como un aliciente para la reconciliación, el ofensor puede buscar la manera de resarcir el daño. Cuando perdona, la persona deja de buscar justicia desesperadamente y, sobre todo, cesa en sus pretensiones de descargar sus emociones en el acto justiciero.
- El perdón no es señal de debilidad. No se trata de dar permiso al otro para que vuelva a faltar. Perdonar es para aliviar el alma, mejorar las relaciones y sentirse bien consigo mismo, cuidando de no salir herido de nuevo.
Elementos del perdón
El acto de perdonar contempla la presencia de algunos hechos o situaciones que, de no estar presentes, no cualifican la acción como perdón. Para que se dé inicio al proceso de perdonar, de manera consciente y voluntaria, deben estar presentes los siguientes elementos:
- Debe reconocerse la existencia de una ofensa o falta, sea del tipo que fuere.
- El ofendido debe tener conocimiento de la ofensa, bien sea porque el ofensor lo reveló o porque lo supo por otros medios.
- La persona afectada por la falta se siente ofendida.
- El ofendido cambia su actitud hacia el ofensor. Aparece el resentimiento y el enfado.
- En algunos casos, el ofensor conoce que su comportamiento ha afectado las relaciones que sostiene con el ofendido.
- También en algunos casos, el ofensor da muestras de arrepentimiento y/o vergüenza.
- En otros casos, el ofensor reconoce su falta y pide perdón o busca resarcir la ofensa cometida hasta hacerse merecedor del perdón. Quien pide perdón deja a un lado su orgullo y se humilla ante el ofendido para solicitar el perdón. Pero puede ocurrir que, habiendo reconocido su culpa, no reciba el perdón deseado.
- El ofendido decide otorgar el perdón y así se lo hace saber al ofensor.
Perdonar a quien hizo daño
El perdón es un tema del que muchas personas hablan ¿Quién no se ha sentido ofendido aunque sea una vez en su vida? Así como varía la gravedad de la falta, así también debe ser la profundidad y sinceridad del perdón. Esta palabra tiene tanto poder, que es capaz de aliviar el alma de quien fue dañado y de quien causó el daño. Es una acción necesaria para la tranquilidad y el bienestar de las personas.
¡Alivio! Es lo que muchas personas manifiestan sentir cuando dan o reciben el perdón. La carga de la culpa para el ofensor y el peso de la falta en el ofendido, hacen mella en el corazón y alma de las personas, y comienzan a carcomer. Es por eso que el perdón resulta sanador y liberador, porque ayuda a sacar todo lo negativo del interior de las personas, la basura emocional que, si se acumula termina haciendo mucho daño. El perdón es necesario.
El término perdón proviene de la raíz latina per-donare, que se traduce como “regalar totalmente”. Así también debería ser el perdón, total. Por eso, al perdonar se le regala a la otra persona la oportunidad de revertir el daño que ha causado. Perdonar también es un acto de generosidad, pues permite abrir la puerta de la reconciliación a quien se ha equivocado. Es un acto de sanación, porque ayuda a sanar las heridas emocionales. Perdonar no es olvidar, porque no se puede borrar lo ocurrido. Pero si se puede seguir adelante y aprender de la amarga experiencia.
¿Qué se necesita para perdonar?
Según sea la gravedad de la falta cometida, el perdón requiere de mayor compromiso y decisión, principalmente de parte de la persona ofendida. Perdonar requiere de madurez, empatía, resiliencia y mucho amor, propio y hacia el otro. No es un acto de un día, sino un proceso que se da paulatinamente hasta lograr que los involucrados, principalmente el agraviado, encuentre paz.
Lo primero que se necesita reconocer lo ocurrido y aceptarlo. La mejor manera de enfrentar el dolor es conociendo y reconociendo su origen; así el proceso de sanación será más eficaz. Aunque el daño haya sido grave, siempre es bueno ponerse en el lugar del otro y tratar de entender por qué hizo lo que hizo. Si se llega a entender el comportamiento de la otra persona, tal vez se pueda perdonar de manera más sencilla.
Reconocer que somos seres humanos y podemos equivocarnos en algún momento es clave para el proceso del perdón. Si la persona ofendida reflexionara sobre las veces que cometió una falta y fue perdonada, de seguro cambiaría su perspectiva ante la situación que atraviesa. El perdón debe brindarse de manera total y sincera, recordando que esto no es sinónimo de reconciliación u olvido.
En este proceso es necesario expresar abiertamente las emociones y sentimientos. Decir lo que se siente y cómo se siente al ofensor, es un acto que resulta muy liberador para el ofendido. Quien ofende debe saber que sus acciones causaron daño y tiene que estar consciente de que ha actuado mal.
Es importante recordar que el perdón es una decisión y una acción individual. Solo el ofendido podrá tomar la decisión de perdonar o no. Pero no otorgar el perdón significa una carga de rencor y resentimiento que, a la larga, terminan haciendo más daño que la propia ofensa. El perdón es un acto de liberación sana el alma y motiva para seguir adelante.
Perdonar a quien hirió
Cuando el daño es muy grave, la persona agraviada suele pensar si realmente vale la pena perdonar a esa persona que ha causado tan grande herida. No importa si hubo intención o no, el dolor está allí recordando la falta. Y el dolor es aún mayor cuando quien comete la falta es alguien muy cercano al ofendido, como un familiar, la pareja o algún amigo.
Aunque el perdón favorece la reconciliación, no en todos los casos ocurre. Nadie perdona de forma inmediata, pues el perdón implica un proceso que requiere de tiempo y de voluntad. Solo así el perdón será sincero y perdurable. Quien asegura que perdona una falta rápidamente, tarde o temprano será presa de resentimientos y frustraciones que impedirán la sanación de las heridas causadas.
Al perdonar, la persona agraviada reconoce y acepta lo ocurrido, aun sabiendo que la falta puede no tener justificación y que el ofensor no merece el perdón. Sin embargo, decide hacerlo como una opción personal que es el resultado de una eficaz gestión emocional, en la que la persona afronta lo ocurrido de la mejor manera y encuentra el aprendizaje para continuar con su vida. Si el ofensor acompaña o no esté caminar es una decisión que será evaluada luego del perdón.
Tipos de perdón
Ya en este punto se sabe que el perdón es un acto individual y voluntario. En su dimensión emocional y espiritual, perdonar es una acción liberadora y sanadora que llega a tener incidencia tanto en la salud física como en la emocional de las personas. A continuación se presentan, de manera general, algunos tipos de perdón:
- Perdón episódico: está directamente relacionado con una ofensa o falta en particular dentro de un contexto específico.
- Perdón diádico: que se entiende como la disposición de perdonar cuando la ofensa ocurre dentro de una relación sea familiar o sentimental.
- Perdón disposicional: representa la disposición que tiene una persona de otorgar el perdón, a medida que pasa el tiempo y que se van sucediendo los hechos.
- Perdón pleno: aquí la persona agraviada decide perdonar, no guardar rencor hacia el ofensor y, además, retomar la relación de confianza y amor con quien ha perdonado, como si el agravio no hubiese ocurrido.
- Perdón parcial: aunque se da el perdón sincero, no se retoman las relaciones que se sostenían con anterioridad.
- Perdón condicional: aquí, quien perdona establece el cumplimiento de ciertas reglas antes por parte del ofensor, antes de otorgar el perdón.
- Perdón incondicional: el que se da sin condiciones.
- Perdón expresado: el perdonante comunica, directa o indirectamente, su voluntad de perdonar.
- Perdón no expresado: quien perdona lo hace de manera individual sin comunicárselo a quien le ofendió.
- Perdón espontáneo: se da sin que el ofensor lo solicite, de manera voluntaria y sincera por parte del ofendido.
- Perdón solicitado: cuando el ofensor pide claramente al ofendido que le perdone. Hay muestras de culpa y arrepentimiento.
- Perdón humano: el que otorgan las personas.
- Perdón divino; dentro de las creencias religiosas, es el perdón que otorga Dios.
Perdonar sin olvidar
En el día a día, todas las personas están propensas a sufrir alguna desilusión. Problemas de pareja, conflictos laborales, diferencias con familiares o amigos. Son experiencias negativas que marcan la vida de cualquier ser humano. Cuando la falta recibida fue perpetrada por un ser querido el daño es mayor, pues los vínculos afectivos inciden directamente sobre la percepción del mismo. Sin embargo, pese al dolor emocional que se vive, muchas personas deciden perdonar y continuar con la relación.
Pero, como ya se dijo, perdonar no es olvidar. Aunque el tiempo es un gran aliciente para mitigar el dolor, este siempre queda guardado en el interior de la persona. Y ese dolor puede resurgir en cualquier momento, en alguna situación que reviva los sentimientos negativos hacia el ofensor. Es por ello que se hace necesario que el perdón se otorgue de manera sincera y perdurable. De lo contrario, es un acto ficticio y temporal, que se olvidará una vez que se presente una situación similar a la que ocasionó el daño.
No se trata de perdonar solo por hacerlo, sin sentirlo. Antes de otorgar el perdón, la persona debe llegar a la raíz del problema y tratar de buscar una solución. No basta con perdonar y ya. Hay mayores implicaciones, más aun cuando las personas en conflicto conviven bajo el mismo techo. Una vez que se asume, se comprende y se acepta lo ocurrido, en su dimensión real, es cuando puede iniciarse el proceso del perdón.
Aunque el perdón sea sincero, es muy difícil olvidar la ofensa, porque el cerebro no tiene la capacidad para borrar lo ocurrido. Lo que si se debe hacer es aprender a gestionar el dolor y a vivir con lo ocurrido, sabiendo que ya no puede ser cambiado, pero que ya pasó. El tiempo se encargará de mitigar el dolor.
Cuándo es conveniente perdonar y cuándo no
Cuando es sincero, el perdón contribuye con el alivio de la carga emocional y con la sanación interior y de las relaciones sentimentales y familiares. Perdonar siempre resultará la mejor decisión, aunque existen límites para ello. Es por ello que deben tomarse en cuenta algunos elementos antes de decidir si otorgar el perdón o no a una persona.
- La integridad y la autoestima: a veces el costo emocional del daño impide otorgar el perdón. Cuando se vinculan los sentimientos, perdonar se hace aún más difícil. Por eso se hace necesario que la persona conozca y establezca claramente cuáles son sus límites, qué puede perdonar y qué no. Perdonar no debe ser una acción que atente contra la integridad y la autoestima de la persona. Allí radica su característica individualidad.
- Cometer nuevamente la falta: se puede perdonar un hecho puntual que hizo daño, pero no la recurrencia del mismo. La reincidencia en la comisión de una falta es una clara muestra de falta de voluntad para el cambio. Esto quiere decir que, por más que pida perdón innumerables veces, la persona no está dispuesta a cambiar el comportamiento o dejar de cometer la acción dañina, a sabiendas de que con ello causa dolor.
- No perdonar. En no muy pocos casos las personas aceptan perdonar por temor a perder la relación afectiva, sea con la pareja, un familiar, amigo u otra persona. Pero este perdón no es sincero y suele resultar más doloroso con el tiempo. Una vez más hay que revisar bien los límites, porque vivir en el engaño no es vida. El perdón debe ser un acto sanador y liberador, no una experiencia traumática.
Factores que facilitan la obtención del perdón
Aunque la persona agraviada es libre para decidir si perdona o no y el perdón es una gracia que no se puede exigir, hay varios elementos que, de tomarse en cuenta, pueden abonar el camino para que se produzca el acto del perdón, a saber:
- Que el ofensor muestre sinceramente su arrepentimiento y vergüenza.
- Cuando la persona que ha cometido la falta pide perdón y, sobre todo, si lo manifiesta de manera pública.
- Si la ofensa no es considerada de mayor gravedad.
- Que el ofensor intente resarcir de alguna manera el daño causado.
- Cuando la relación entre el ofensor y el ofendido es cercana e importante.
- Si el ofensor expresa su intención de cambiar y mejorar su conducta.
- Cuando el ofendido cree que el perdón es una acción religiosa o moral.
Perdonar como un acto liberador
Cuando una ofensa causa gran daño quiere decir que quien cometió la falta es significativa para la persona ofendida. En este contexto, el perdón se hace necesario como una forma de alivianar las relaciones entre los implicados. Nunca debe tomarse el acto de perdonar como una muestra de debilidad, sino como un acto liberador que despoja a la persona de todo rencor y sufrimiento.
El rencor ata a la persona al pasado, lo mantiene prisionero y le impide continuar con su vida. Al perdonar, la persona se libera de cargas emocionales que no le sirven de nada. De nada sirve aferrarse al dolor y estancarse en la imposibilidad de perdonar. No se puede cambiar lo ocurrido, pero si la reacción que se tenga en torno a ello. Quien decide no perdonar vivirá sumido en el resentimiento, rumiando siempre en la falta, recordando una y otra vez lo ocurrido, enfermando su espíritu.
Al perdonar, la persona se libera de todo aquello que una vez le hizo daño. Dice basta y pone límites a personas y/o situaciones alimentan el dolor. Perdonando se derriban los muros levantados por las experiencias negativas y se dan nuevas oportunidades de vida, donde reina lo bueno y lo positivo.
El resentimiento y el dolor son cargas muy pesadas que solo se liberan con el perdón. Ocurre lo mismo con la culpa, cuando la persona no acepta sus propios errores y es incapaz de perdonarse a sí misma. El perdón exige salir de la zona de confort y aventurarse a sentir. Aceptar lo ocurrido, perdonar y seguir adelante. Tal vez no se pueda olvidar aquello que hizo daño, pero si se puede aprender de ello.
Si deseas leer otras lecturas similares, haz click en los siguientes enlaces: