¿Cómo superar una crisis matrimonial en pocos pasos?
Todos los matrimonios en alguna etapa de convivencia padecen de baches emocionales, financieros o falta de comunicación entre las partes. Sin embargo, a través de este post descubrirá cómo superar una Crisis matrimonial y tomar un segundo aire en la relación.
Crisis matrimonial: síntomas y pautas para superarla
Antes de entrar de lleno en este tema, es adecuado reseñar con precisión el concepto de crisis matrimonial o conflictos de pareja. Tampoco los cónyuges deben alarmarse cada vez que escuchan la palabra crisis de la boca de un terapeuta, porque si bien es verdad que llegan cambios inevitables, también es cierto que son superables con la asistencia de un profesional dedicado a las parejas.
Los afectados tienen que entender que estos comportamientos son habituales en un matrimonio. Ninguna unión nupcial siempre es feliz o ve la vida de color de rosa, porque las dificultades fortalecen o destruyen una relación para siempre; a modo de reiteración, este post exhorta a las personas tomar terapia o nota sobre las alternativas para recuperar el terreno perdido y reviva el amor. Lo más recomendable es segur muy de cerca una Terapia de pareja para subsanar todos los males afectivos.
La crisis matrimonial es como una pequeña bola de nieve que crece día tras día mientras prevalezca la indiferencia, los pleitos, desacuerdos en puntos de vista, entre otros síntomas. Incluso, llega una etapa del matrimonio que se hace insostenible, cuyos miembros no se toleran o tratan de compartir por menos tiempo un mismo espacio del hogar.
Las circunstancias de cada cónyuge son cambiantes con el paso del tiempo. La crisis matrimonial tiene causas internas o externas, pero ambas igual de trabajadas con terapia o aplicando Dinámicas para parejas con el fin de resaltar las 50 virtudes del cónyuge, 15 minutos de besos y abrazos y mucho más.
Cabe destacar que la crisis matrimonial no es sinónimo de un divorcio temprano o un distanciamiento temporal (aunque sí, muchas veces resulta sano estar alejados, pero no definitivamente). Todos los malos ratos tienen un inicio y un final; lo más propicio es luchar por la relación si hay más motivos de permanecer que de marcharse para siempre.
Evitar la crisis matrimonial a sabiendas que está latente no es el camino correcto y mucho menos la solución a todos los problemas. Decir frases como “aquí no pasa nada”, “todo está marchando viento en popa” cuando la convivencia refleja lo contrario es mal indicio, porque son palabras dichas de la boca para afuera, pero los gestos no verbales y el propio lenguaje corporal manifiestan un entorno totalmente diferente.
Para evitar la ruptura permanente de una relación, las parejas están en la misión de re-descubrirse o reinventar una serie de actividades que favorezcan la convivencia. Sería genial que ambos recuerdan con honor la primera cita, el primer beso, la luna de miel, viajes juntos, visitar lugares turísticos, entre otros. Dicho esto, a continuación algunos síntomas por los cuales nace la crisis matrimonial.
Indiferencia y actitud pasiva
Este escenario está presente cuando uno de los involucrados o ambos cónyuges deja de ser los protagonistas de su propio cuento de hadas para transformarse en simples espectadores. Son testigos del derrumbamiento emocional que ambos padecen, pero son incapaces de hallar soluciones a sus problemas. Ambos se dejan llevar por los conflictos, pero no establecen un límite de lo permisibles o ser demasiados pasivos a la hora de tomar decisiones que concierte a la relación.
Falta de implicación
¿Alguna vez su pareja le ha invitado a una reunión de trabajo y establece evasivas para no ir? ¿Participa poco en los eventos que son trascendentales para su cónyuge? ¿Está renuente en ir al cine, pasear o comer en un restaurante por falta de iniciativa? Si esto ocurre, la crisis matrimonial es un hecho innegable, porque las rutinas que para una de las partes son fundamentales, para el otro es indiferente lo que realice en funciones laborales o sociales.
Son bastantes ejemplos que dan fe de este tipo de falta, como un cónyuge artista, que nunca recibe el respaldo de su pareja o no asiste a los conciertos que organiza. Esta situación tiene que cambiar e involucrarse más en las actividades que hace el otro, porque el reconocimiento dentro del matrimonio es crucial para que continúe funcionando.
Desinterés
Es un punto relacionado con el anterior directamente. Es la poca participación en los deseos o acciones del cónyuge. A su vez, refleja la indiferencia que la crisis matrimonial ha establecido.
Falta de comunicación
Este es el síntoma más complejo cuando un noviazgo o matrimonio está en crisis. Al perderse este elemento comunicativo, más que indiferencia e intolerancia, la figura de ambos cónyuges queda esparcida en el olvido. Si no funciona, la delgada línea que une el respeto y la confianza está a un paso de romperse para siempre.
Es conveniente que el matrimonio exprese sus inconformidades con absoluto respeto. Si algo ha fallado, trabajar en ello. Al no existir el evento comunicativo, nunca se sabrá a ciencia cierta qué factor inició la crisis y por qué ha sido una constante en los últimos días/meses de la relación.
Cuando no hay comunicación en la pareja, obliga a vivir como dos desconocidos bajo el mismo techo. No hay interés en negociar un consenso o llevar la fiesta en paz. Un paso hacia el camino correcto es que uno de los involucrados ceda a su orgullo y se acerque a su cónyuge con buena actitud para preguntar qué está pasando con el matrimonio.
Constante estado de enojo
No hay nada más frustrante que convivir con una pareja que a menudo sufre cambios de humor repentino o permanezca en rabietas. Esta persona no estará tranquila si no aplica una discusión en su vida cotidiana. Si esta escena es frecuente, inmediatamente están en la obligación de asistir a terapia y que el más enojadizo de los dos reciba consejos oportunos del psicólogo.
Abandono de proyectos que antes generaban ilusión
Los proyectos de vida en conjunto son habituales en un matrimonio. Por ejemplo, comprar una casa más grande, realizar un viaje de gran escala por varios lugares turísticos, pensar en la familia, entre otros. Incluso, basa en las rutinas más sencillas como mirar una serie juntos, ver películas desde la cama y más. La crisis matrimonial explica que uno de los dos desplaza estas actividades y prefiere la soledad o alejarse momentáneamente de aquello que hizo feliz al principio.
Reducción de momentos positivos compartidos
Justo cuando la crisis matrimonial empieza a florecer, todos los planes, proyectos y ratos agradables que solían compartir se convierte en un verdadero infierno. Gracias a la indiferencia como síntoma, es muy normal que la pareja no tenga deseos por emprender hacia el futuro o recuerden las mejores vivencias, en parte por el mal trance que están afrontando juntos.
Visitas al centro comercial, escapadas el fin de semana para aislarse de todo y de todos, ir a casa de la familia política y otras más son suficiente motivo de cancelación cuando existen desavenencias nupciales. El terapeuta de pareja hará énfasis en que cada rato compartido debe prevalecer, porque así elimina los pensamientos negativos y centra la atención en rescatar la convivencia en el hogar y solidificar la unión nupcial.
Pérdida de confianza
El terreno de la confianza tiene dos vertientes: o es color de rosa, dando a conocer los puntos de vista buenos y malos, o una zona pantanosa difícil de navegar. En el último caso, al diluirse con las peleas o discusiones, es realmente complejo recuperar este factor que para una relación es vital.
Por supuesto, la falta de confianza desencadena más conflictos, internos y externos. La convivencia será insana y nada de lo que diga o haga el cónyuge será legítimo para los ojos del otro. Aplica la misma filosofía de dos extraños durmiendo en la misma cama, cuando la comunicación se corta. Son dos desconocidos que tratan de convivir “porque no tienen de otra” a menos que rompan el hielo para aclarar todos los malos entendidos.
Una buena recomendación es hallar el momento propicio para entablar una comunicación. ¡No deje pasar más tiempo para expresar lo que siente! Porque es una alternativa de desahogo que da pie al mejoramiento de la relación. El orgullo no es el mejor consejero si se está quemando por dentro al no gritar a los cuatro vientos qué está pasando en el matrimonio.
Aumento de celos
Los celos hacen parte de una famosa, pero al mismo tiempo dolorosa frase de “hay amores que matan” si estos se salen de control. Este síntoma no es otra cosa que la falta de confianza. Por ejemplo, si uno de los cónyuges mantiene conductas dudosas, el celoso estará en su derecho de dar un golpe sobre la mesa y solicitar explicaciones. Ahora bien, si estos celos están acompañados de violencia física o verbal sin razón, quizá la persona no tiene un manejo correcto de su ira y podría cometer muchas locuras.
Sentirse culpable ante la ilusión de otro
Hay parejas muy poco empáticas que permanecen unidas en matrimonio sin saber por qué. A veces ocurre que uno de los involucrados no se pone en el lugar de otro cuando un evento positivo está por ocurrir. En otras palabras, no celebra ese episodio como lo haría el beneficiado y por ende, siente culpa de no compartir esa dicha.
Por ejemplo, el esposo está feliz porque ha recibido un ascenso en el trabajo gracias a su esfuerzo y confianza depositada por sus jefes, pero la esposa muestra indiferencia ante ese logro. En caso que la cónyuge desempeñe una carrera similar a la de su esposo, sentirá que él no merece esa oportunidad y ella sí, por distintas razones. De esta manera inicia una lucha por el poder, por quién trae más dinero a la casa y más problemas de pareja.
Disminución de la actividad sexual
El sexo es muy importante en el matrimonio y si se da con frecuencia, no habrá inconvenientes para el futuro. Las fallas comienzan cuando comparten la misma cama pero no hay una incitación carnal.
El estrés es el principal causante en la pérdida de apetito sexual. La falta de dinero, muchas horas invertidas en el trabajo, descubrir una noticia devastadora como una enfermedad terminal y mucho más conllevan a no excitare ante la presencia del otro. Sin embargo, con terapia ante un sexólogo es muy sencillo superar este trance y recuperar el matrimonio herido por este motivo.
Falta de empatía
Es un conglomerado de todos los síntomas anteriores para la crisis matrimonial. La incomprensión conduce a que un cónyuge no sienta el deseo por comunicar algo que lo inquiete, al descubrir que el otro no está dispuesto a ponerse en su lugar, sujetar la mano e indicar que todo estará bien. Para una pareja es difícil que uno deje de comprender los malestares que ocurren al afectado. Si algo enaltece un matrimonio es estar en las buenas y en las malas. Compartir dichas y tristezas hace parte de un gran equipo que supera la adversidad.
Soluciones
En el siguiente listado encontrará una serie de pautas que la pareja tendrá que cumplir para fortalecer el matrimonio. Es recomendable tomar nota de cada indicación para cumplir al pie de la letra:
Buscar el diálogo: Mantener una comunicación sana es el primer paso correcto para salvaguardar la relación. Es ideal manifestar todas las inquietudes inmediatamente y aclarar los malos entendidos. Sé humilde y no imponga su punto de vista, porque este es un acto de soberbia que en nada ayudará a la reconciliación.
Utilizar “mensajes yo”: En este caso es conveniente utilizar el pronombre de primera persona en singular para referir los errores cometidos por el cónyuge con mucha humildad. “Yo me sentí muy mal por lo que hice” es mucho mejor que “Tú tienes la culpa de todo lo que nos pasa”. La intención no es reseñar culpables, pero si reconocer cuando un error es cometido. El “yo” para resaltar un reproche es más fiable que el “tú” porque así hay una introspección sobre los hechos negativos que repercuten en el matrimonio.
Mejorar la asertividad: Es el momento indicado para plantear lo que no está funcionando dentro del matrimonio. Hay que elegir las mejores palabras para explicar los motivos que han quebrantado la unión. Si las personas hablan por las buenas habrá más entendimiento y buscarán alternativas para salir adelante. Cuando una de las partes está harta de la otra, siempre tendrá a disposición las peores palabras para discutir.
Centrarse en el momento actual: Las parejas deben ubicarse en tiempo y espacio. ¿De qué sirve recordar eventos del pasado que causaron tanto daño ¿Para qué traer a colación esos episodios al presente? Lo ideal es superar lo malo y continuar con los mismos proyectos de vida establecidos. Los fantasmas del pasado deben quedar más allá de un segundo plano, para que no interfiera en la intimidad.
Evite buscar culpables: En gran parte de las peleas maritales, hallar un culpable de la crisis es la salida fácil. De haber conflictos de pareja, ambos son responsables para que las cosas no marchen correctamente.
Prestar atención al momento correcto del feedback: Este elemento está presente en un momento inmediato, es decir, o se da una vez que está latente o mejor es dejarlo ir. Sin embargo, es muy valioso tener en cuenta este consejo para comenzar a reestructurar una pronta reconciliación.
Entender las diferencias o desacuerdos: En lugar de estar peleando por cualquier motivo, por más insignificante que sea, es mejor establecer un punto intermedio para comprender lo que está pasando. Por supuesto que la pareja no estará de acuerdo con todos los planteamientos establecidos, pero amar es entender que las desavenencias hacen crecer para bien, porque los consensos existen y llevar la fiesta en paz también. Es más factible tomar el segundo camino que perder el tiempo en peleas estériles o que no aportan absolutamente nada.
Ser más detallista: Los pequeños detalles hacen a grandes personas. Recuerde siempre brindar un obsequio, por más minúsculo que sea a la pareja. No tiene que ser una rutina de todos los días, pero actos tan simples como arrancar una rosa del jardín para regalársela a la esposa es un profundo acto de amor y así lo verá. A veces los regalos estrafalarios no llenan las expectativas de alguien que prefiere la simpleza de un detalle.
No olvide ser detallista si la crisis matrimonial está presente. Quizá el cónyuge de mayor conflicto o que está renuente a la reconciliación lo vea como un chantaje, pero si el detalle es entregado con sinceridad, con un te amo cargado de emotividad, aceptará el regalo con seguridad. Trate que estos detalles sean inesperados, para observar la reacción de la pareja al instante de la entrega.
No centre su atención sólo en los aspectos negativos: Tampoco trate de buscar todos los defectos que tenga su pareja para echarlos en cara. Desvíe la atención sobre aquello que no sea del agrado en su pareja para iniciar el proceso de reconciliación. Piense en todo lo positivo que ha aportado en su vida, los buenos momentos que vivieron juntos y aquello que vale la pena resaltar como benigno.
Si todo ha sido muy negativo a partir del matrimonio, entonces ¿Cuáles fueron los motivos que indujeron a esta unión? Por más sombrío que esté el panorama, al final saldrá el sol para la pareja, siempre y cuando ambos pongan su granito de arena para recuperar el terreno perdido.
Cuando el enfado se apodera de la pareja, eventualmente verá todos los efectos concentrados en un mismo ser. Al momento que bajen la guardia no solo podrán conversar en tranquilidad, sino resaltar todo lo bonito que lleva por dentro. Estos son los escenarios correctos para abrir paso a la empatía, el respeto, comprensión y tolerancia mutua. Haciendo un paréntesis, ¿Conoce lo que significa Soñar con arañas?
Traten de hacer este ejercicio de forma inconsciente, es decir, observar lo bueno que hace la pareja sin que se dé cuenta. Por ejemplo, mientras prepara un platillo, riega el jardín, cambia el neumático de su auto, entre otros. Valdrá la pena re-descubrir a esa pareja con la que tantas vivencias han compartido desde el día 1.
Piense antes de actuar y sea prudente: La impulsividad no lleva a nada bueno, teniendo en cuenta que a raíz de esto genera actos de violencia física o verbal. Antes de explotar en cólera es idóneo pensar en las causas reales y consecuencias de una nueva discusión. Estos episodios desgastan paulatinamente el matrimonio hasta conducir a la intolerancia nupcial.
Antes que las emociones se desbordan por completo, la pareja estará en pleno derecho de darse un tiempo antes de seguirse lastimando con ofensas o maltrato físico (que sería mucho peor de lo imaginado). Respire, tome aire puro, reflexione si esa reacción negativa vale la pena darla a conocer o es mejor estar sereno para conversar en total calma con la pareja.
Aprende a escuchar: No es lo mismo decir que todos los seres humanos oigan, sino que escuchen con atención a los gritos desesperados de una pareja que está agotada por repetir esquemas negativos que conllevan a la crisis matrimonial. Muestre empatía en todas las situaciones de apremio.
Buscar actividades en común: Si la crisis matrimonial es un hecho, hay que establecer una serie de rutinas que ambos compartan para pasar la mayor parte del tiempo juntos (sin pelear, ni discutir). Con la ejecución de salidas al parque, lecturas bajo un árbol, visitar el lugar donde se conocieron por primera vez y más enaltece el amor, la confianza y el respeto.
Otro ejemplo muy apropiado es alejarse en zonas rurales, en caso que la pareja haga vida en la urbe. Acampar, permanecer algunos días en una posada tipo cabaña, acudir a un spa para someterse a masajes relajantes y más estrategias en que invierta tiempo juntos son bien recibidas por el matrimonio que está en proceso de recuperar su relación.
Ninguna de las actividades destacadas es una obligación. Por supuesto, si esta iniciativa es espontánea, será de gran valor para que la pareja que más ha resentido la crisis matrimonial percate que su cónyuge está haciendo un gran esfuerzo para abandonar los problemas. Son varias las intenciones de estas rutinas, pero lo más trascendental es recuperar el espacio de la intimidad y afecto.
Etapas
En el siguiente esquema encontrará los principales síntomas que denotan la crisis matrimonial, conforme a los años que han permanecido juntos:
- Primer año de relación: Los cónyuges comienzan a conocerse mejor. No solo ve su lado positivo, sino además los defectos en cada uno.
- 2 años de relación: Empiezan a platicar las normas del matrimonio, lo que no les gusta del otro. En el detrimento de la relación ocurre que no se ponen de acuerdo en las leyes de convivencia.
- 3 años de relación: La pareja está consolidada, pero no ha cristalizado una estabilidad plena, como vivir juntos.
- 5 años de relación: El apetito sexual comienza a diluirse cuando la costumbre entra por la puerta.
- Tras 7 años de relación: El matrimonio considera que es hora de pensar en los hijos para ampliar su familia.
- Después de los 15 años: Si la pareja no ha establecido rutinas para salir de su zona de confort, serán esclavos de la monotonía.
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